Las seis carreteras a las que vuelve Héctor Ares siempre que puede
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Las seis carreteras a las que vuelve Héctor Ares siempre que puede

En esto de la conducción, igual que en la gastronomía, todos tenemos nuestros sitios fetiche, esos a los que volvemos siempre que queremos vivir una experiencia excepcional, única y mágica. Son esos sitios donde nos sentimos mejor, esos lugares donde el entorno por el que nos movemos nos permiten llegar al climax de la conducción.

En mi navegador personal, ese que me acompaña de coche en coche, hay memorizadas seis carreteras en el apartado de favoritos. Son las seis carreteras a las que vuelvo siempre que puedo para lo que más me gusta hacer, conducir y disfrutar de la sensación de libertad que solo encuentro en esos momentos de especial sincronía entre el coche y yo. ¿Os venís conmigo?

PO-552 entre Baiona y A Guarda

Renault Clio V6

Esta carretera podría considerarse la Pacific Coast Highway de Galicia si no fuese porque se trata de una carretera convencional de doble sentido, con los riesgos que ello conlleva. Se trata de una carretera que une las poblaciones de Baiona y A Guarda, al sur de Galicia y su recorrido discurre pegado al Océano Atlántico.

La sucesión de rectas que marcan su figura hacen de ella un rara avis en la comunidad gallega, y el tener siempre a tu lado el mar es sin duda uno de los motivos por los que esta carretera tiene algo que engancha. Es perfecta para disfrutar de un paseo relajado durante los atardeceres de verano, y si tienes la suerte de hacerla en un descapotable, la mezcla entre los olores del mar y la naturaleza de las montañas que se sitúan a tu lado será inolvidable.

M-130 entre Robledillo de la Jara y Puebla de la Sierra

BMW M4 Cabrio Motorpasion 16

Esta carretera es especial por varios motivos. El primero fue porque la descubrí por casualidad durante la prueba de un BMW 130i hace unos 8 años, pero luego supe que es una de las carreteras más variopintas de la sierra madrileña. Su asfalto roto y las poblaciones que une, con apenas unos pocos valientes habitantes, hacen de ella una ruta muy poco frecuentada por coches o motos.

Allí probamos el BMW M4 Cabrio y la carretera nos deleitó con unas texturas y unos paisajes únicos en aquella soleada mañana del mes de febrero, tal y como podéis ver en la foto. Si el coche que conduces no lleva una suspensión demasiado dura ni neumáticos de perfil bajo y quieres disfrutar de un recóndito recorrido a sólo 100 kilómetros de Madrid, te la recomiendo.

AV-501 entre Navalperal de Pinares y Aldeavieja

Porsche 911 Turbo trasera

Esta es otra de las carreteras habituales en las pruebas de Motorpasión, especialmente desde que me la descubrió un amigo que trabaja en televisión. Se trata de una precisosa carretera de montaña, que tiene todo tipo de curvas y asfaltos, en la que puedes disfrutar de la conducción rápida y relajada por varios motivos.

La visibilidad de todo el trazado de la carretera es excelente, por lo que podrás prevenir si alguien se acerca en sentido contrario y trazar a tu antojo sin poner en peligro la integridad del resto de usuarios. Además si quieres sentir el sonido del viento, nada mejor que parar en la base del parque eólico que atraviesa su divertido trazado. A mitad de camino una infinita recta nos tienta a hacer lo prohibido, y más si vas en un Porsche 911 Turbo.

Autovía A-52 entre Benavente y Vigo

Benavente Vigo A-52

¿A este tío le gusta conducir por una autovía? Si, es cierto que la A-52 es una autovía, con todo lo que ello conlleva, pero si atenemos al título de este post veréis que son esas "carreteras a las que vuelvo siempre que puedo", y una de ellas es inevitablemente la A-52. Digo inevitablemente porque como buen gallego que vive lejos de su tierra, cada vez que la morriña aprieta toca hacer la A-52 para pasar unos días en la tierra.

La A-52 une el sur de Galicia con la meseta, y es conocida como la autovía de las Rías Baixas. El trazado entre Benavente y los puertos de la La Canda y el Padornelo es bastante recto y si aquello fuese Alemania, sería seguro un tramo sin límite de velocidad. Aquí el límite lo vigilan habitualmente los amigos de la Guardia Civil de Tráfico, así que mejor no pasarse.

Ya pasados los dos puertos de montaña, los cuales durante el invierno pueden presentar nieve y placas de hielo por su altitud, entramos en Galicia. La sucesión de curvas amplias, constantes subidas y bajadas es divertida para el que le guste conducir, pero especialmente en el último tramo entre Ourense y O Porriño disfrutarás como un niño enlazando una tras otra las curvas de ese recorrido junto al Río Miño.

PO-340 entre Tui y Gondomar

PO-340

Seguimos en Galicia para descubrir otra de las carreteras cercanas a la frontera con Portugal. Se trata de la carretera PO-340 que atraviesa la montaña que separa las poblaciones de Tui y Gondomar. Aunque en ambos extremos al principio discurre por zonas semi-urbanas, después cuando comienza a adentrarse en la montaña sus curvas se van haciendo más y más divertidas.

Las curvas de radio amplio con buen firme se suceden mientras los frondosos árboles de decenas de metros de alto, crean un cañón por el que conducir se convierte en toda una experiencia. Los carriles desdoblados en las partes de mayor pendiente y las vistas al alcanzar el punto más alto son la recompensa con la que esta carretera nos premia.

El Pardo a Fuencarral

El Pardo Montecarmelo

La última carretera, lo admito, es la que tiene menos sentido de toda la selección. O no. No se trata de una carretera que destaque por su trazado apasionante, ni por unir dos puntos espectaculares. Simplemente es una carretera que está a sólo unos kilómetros del centro de Madrid, pero está aquí porque es a la que me escapo muy habitualmente cuando quiero huír del tráfico de la siempre congestionada M-40.

Muchos días cuando vuelvo del trabajo con un coche de pruebas y al llegar a casa tengo que ponerme a escribir sobre el, uso la carretera que une el nuevo barrio de Montecarmelo con el pueblo de El Pardo como alternativa a la ruta habitual. La dehesa es más agradable a la vista que estar parado en un atasco, y una pequeña sucesión de curvas al principio me ayuda a liberar algo de adrenalina cuando estoy estresado. Además cuando entro en El Pardo me doy cuenta de que hay un ritmo de vida mucho más saludable que el que marca la ciudad de Madrid.

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