Imagina que te llaman para representar a Mazda en el Goodwood Festival of Speed. La marca japonesa quiere que subas la famosa colina a los mandos del Mazda 767B, antecesor del 787B con el que ganaron las 24 Horas de Le Mans en 1991. Te sudan las manos, se te acelera el pulso pero claro, aceptas el encargo.
Llegas a Goodwood y el ambiente es impresionante. Las imágenes de los coches que allí se reúnen quedarán en tu memoria grabadas para siempre, y te pones a recordar algunos de los vídeos de la subida a la famosa colina que has visto por internet. Llega tu turno, te pones al volante del Mazda 767B y ocurre esto.
Sales y vas bien, el coche parece estar correctamente puesto a punto. Te vas haciendo con el tacto del asfalto, que parece no agarrar demasiado, pero a medida que las ruedas van cogiendo calor todo se vuelve más fácil. Pasas las tres primeras curvas y te vas animando, así que en la siguiente curva a derecha el coche no entra, se va de morro a la hierba y acabas golpeándote contra las balas de paja a una velocidad considerable.
Los comisarios te sacan del coche y ves el estropicio que has hecho. La parte delantera derecha del coche ha quedado completamente destrozada, y de rebote el resto del lateral derecho también ha sufrido serias consecuencias, tanto que hasta el gigantesco alerón que lucía el coche hace unos minutos ha desaparecido por el impacto.
Tú por suerte estás bien, no has sufrido daños físicos serios. Lo único que te preocupa es lo que les vas a contar a los responsables de Mazda cuando vuelvas al box donde te estarán esperando con cara de circunstancias. ¡Se me ha ido de las manos y voy a salir en Dolorpasión™!
