La transición energética, considerada como la manera de alcanzar los laxos objetivos de sostenibilidad, trae consigo muchos retos. Nos encontramos por ejemplo con que queremos coches eléctricos, pero se requieren muchas materias primas para ello.
Un reciente estudio defiende que a pesar de que la transición energética precisará de muchísimas materias primas de aquí a 2050, en total es menos del consumo de carbón de un año, el combustible fósil más sucio de todos.
El informe ha sido elaborado por la Comisión de Transiciones Energéticas, una coalición global de compañías energéticas y petroleras, proveedores tecnológicos, bancos y ONG medioambientales entre los que se encuentra Volvo, ArcelorMittal, Iberdrola, Shell o Allianz.
En él se defiende que hay recursos naturales y minerales más que suficientes para satisfacer las necesidades de un sistema energético mundial sin emisiones de carbono, y ese sistema supondrá un impacto ambiental mucho menor en el mundo que el actual basado en combustibles fósiles.
Se estima así que los requisitos totales acumulados de materiales para la transición energética rondan los 6.500 millones de toneladas: la demanda de acero, aluminio y cobre representa el 95 % del total. Y solo de carbón se demandan más de 8.000 millones de toneladas al año.
Por su parte, del grafito necesitaríamos 170 millones de toneladas, de níquel 100, de silicona 65, de litio tan solo 20 millones y de cobalto 6.
Todas las baterías requeridas para impulsar la electrificación de todos los vehículos requerirá como máximo un millón de toneladas anuales de energía, destaca el análisis, que hace énfasis en la necesidad de impulsar el reciclaje.
Así, se apunta a que la demanda anual de carbón es mayor que la cantidad de materiales que necesitaríamos de aquí a 2050. Según los cálculos, cada año se precisan de 8.000 millones de toneladas de este hidrocarburo. De hecho, en 2022 se usó más carbón que nunca: según datos de la Agencia Internacional de Energía esa cifra llegó a 8.025 millones de toneladas.
La extracción de carbón también crea una gran cantidad de roca estéril, y aun así, aseguran, en 2050 la extracción de metales aún generará menos desechos de roca que el sistema energético actual.
Lo cierto es que la extracción y el procesamiento de los materiales críticos que conforman las baterías y los motores eléctricos, como es el litio, el cobalto o las tierras raras también produce un impacto medioambiental que la industria parece obviar.
Aún así, el carbón es el combustible fósil que más contribuye al cambio climático: es culpable de un incremento de entre 0,3 y 1ºC de temperatura media a nivel global.