La contaminación y la huella de carbono es algo que preocupa a la mayoría de los países del mundo. Y todos, en su medida, contribuyen a que la emisión de gases invernadero haya aumentado en los últimos años.
Uno de los países que más preocupa en cuanto a estas emisiones es China, ya que es el país que más gases invernadero emite, copando el 30 % de la emisión de gases contaminantes.
Por eso, en el país asiático, se han propuesto poner remedio y han lanzado un mercado de emisiones. Se trata de una red ideada para reducir la huella de carbono. En resumen, pagar por contaminar.
Mercado de emisiones, o lo que es lo mismo, pagar por contaminar
¿Cómo funciona este mercado? Pues es muy sencillo: a las empresas participantes se les imponen unas cuotas determinadas de emisiones. Las que no sobrepasen sus asignaciones pueden vender su excedente de cuota a otras compañías que sí las superen. El resultado es que las compañías tienen así un incentivo para reducir su huella de carbono.
Esta medida limitará, en una primera fase experimental, 2.225 compañías del sector eléctrico del mercado chino. En su conjunto, estas empresas emiten el 40% de los gases chinos. Según la consultora Rhodium Group, en 2019 las emisiones de gases invernadero chinas equivalieron a 14.090 millones de toneladas de dióxido de carbono.
En los próximos meses se prevé la entrada de empresas pertenecientes a la industria aeronáutica, petroquímica, papel y acero entre otros. A su vez, en el sistema también se integrará a aquellas empresas que emitan gases invernaderos equivalentes a 26.000 toneladas de dióxido de carbono al año.
Las empresas podrán utilizar esta cuota como moneda de cambio ya que, si no llegan al límite podrán generar ganancias vendiendo esas limitaciones a empresas que, en su haber, sobrepasen el límite de emisiones.
En el primer acuerdo alcanzado, una empresa pagó casi 1,2 millones de euros para emitir 160.000 toneladas métricas de emisiones a unos 8 euros la tonelada, según informa el New York Times.
De igual manera, según el medio americano, el programa no pone un límite máximo al CO₂ que puede liberar un productor de energía; en cambio, establece un límite en la cantidad de carbono por cada unidad de energía generada.
Además, las plantas de energía participantes han recibido permisos de contaminación gratuitos para que se acostumbren a informar sobre datos y comerciar.
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