No es la primera vez que le sucede en Hungaroring. Ya en el 2006 una tuerca mal colocada le condenó al abandono en el mismo circuito. Aquella iba camino de ser una carrera memorable, remontando desde la decimoquinta plaza inicial a la primera. Entonces se cruzó en su camino la mala maña de un mecánico a la hora de ajustar la tuerca de una de las ruedas de su monoplaza.
Jugadas del destino, otra tuerca ha vuelto a estropearle una buena actuación en el trazado húngaro. Siendo realistas, la victoria estaba prácticamente imposible, era inalcanzable. Lewis Hamilton era bastante superior a Fernando Alonso. Ahora bien, un podio sí estaba a tiro en el día de hoy. El español tendrá que esperar a otra ocasión para volver a subirse al cajón.
Los temores de una mala salida se despejaron de inmediato. El Renault R29 arrancó como sólo lo había hecho en el GP de Malasia. Conservó su primera posición sin despeinarse. Le ayudó que Sebastian Vettel saliera por la parte sucia y las numerosas escaramuzas que tuvieron lugar antes de la primera curva. Al final de la recta de meta Vettel, Lewis Hamilton, Kimi Raikkonen y Mark Webber llegaron a rodar en paralelo. Los dos Red Bull con el McLaren-Mercedes y Ferrari en medio. Sin duda esto favoreció a Alonso ya que sus rivales se entorpecieron entre ellos.
En las primeros giros distanciaba en medio segundo por vuelta a Webber, que rodaba segundo. Llegó a acumular una ventaja de casi cuatro segundos respecto al australiano. Una alegría que no iba a durar demasiado. Hamilton adelantaba al Red Bull como una exhalación y empezaba a recortarle tiempo al Renault. La victoria se le complicaba.
Antes de que hiciera su primera parada, por radio le comentaban que había un problema con la bomba de gasolina. No queda claro si tuvieron que adelantar ese primer repostaje, pero la realidad es que en la vuelta doce hacía su entrada. La estrategia inicial era una carrera a tres paradas. Su paso por boxes iba a reducirse a la mínima expresión, y ahí llegó el fallo. La tuerca del neumático delantero derecho no se ajustó bien y sobrevino la hecatombe.
En su salida del pitlane, en la primera curva, ya se podía ver como algo vibraba en esa rueda. El Renault R29 tenía problemas porque le empezaron a pasar rivales. Al poco tiempo el tapacubos salió despedido, señal inequívoca de que la tuerca había pasado a mejor vida. Alonso tenía que apañárselas para llegar a boxes de nuevo. Otro par de curvas y la rueda salía volando. El español iba como podía, arrastrando el morro y rozando el suelo con los bajos. No sin fortuna conseguía llegar a boxes. No iba a servirle de nada.
Alonso volvía a incorporarse a la pista, en última posición. Estaba lejos, muy lejos de sus objetivos iniciales. Iba a ser tarea imposible lograr rascar algo en Hungaroring en unas condiciones tan desfavorables. Una o dos vueltas más tarde entraba a boxes y abandonaba de forma definitiva. Pedro de la Rosa indicaba que el monoplaza habría acabado tocado después de perder el neumático. Los bajos, el morro, la suspensión, el disco de freno… Comentaba que había muchas piezas que pudieron verse afectadas.
En Renault deberían tomar nota de este tipo de incidentes. No es la primera vez que pasa en la escudería. Se entiende que los mecánicos están sometidos a una presión extrema en las paradas, pero que yo recuerde en estos últimos años, sólo los galos fallan ajustando tuercas.
Una pena que una mala jugada privaran al español de subirse al cajón. Viendo los problemas de Raikkonen en una de sus paradas, la extraña carrera de un Webber que sólo espabiló al final, el abandono de Vettel… Muchos factores que le hubieran podido aupar al podio. La victoria era prácticamente imposible, pero la segunda o tercera plaza sí estaba a tiro. Hoy no era el día. Habrá que esperar a otra ocasión.
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