En la Fórmula 1, emblemáticos jefes de equipo como Frank Williams y Ron Dennis lidiaron con "dos gallos en el mismo corral" y los resultados fueron sendas rupturas. Ahora, el problema está en manos de Toto Wolff, quien es un novato en estas lides. En Mónaco, la pole position, victoria y la recuperación de la cima del campeonato por parte de Nico Rosberg fueron elementos suficientes para borrar la sonrisa en el rostro de Lewis Hamilton, confirmando que no es capaz de celebrar los triunfos de su compañero.
Wolff, como jefe de equipo, debería estar sobre todos sus subordinados, ejerciendo un liderazgo incuestionable. Pero en este caso parece que las actitudes de Hamilton, sobre todo sus declaraciones a la prensa, lo dejan muy mal parado. La otra cara visible de la gerencia, el tres veces campeón, Niki Lauda, tampoco está contribuyendo con la gestión de Wolff, puesto que en varias ocasiones ha manifestado su favoritismo hacia uno de los pilotos. ¿Sabrá Wolff apretar las riendas para que no se desaten los egos? ¿O acaso ya perdió el control y aún no lo sabe?
En sus más recientes declaraciones, Wolff manifestó:
Los pilotos están en el coche y todos los observan, pero nadie tiene una perspectiva de lo que está pasando en el equipo. Es comprensible que ambos pilotos quieran ganar, obviamente aquel que pierda, ya sea en la clasificación o en la carrera, se va a frustrar. Cada quien vive su propia realidad y posee una creencia absoluta, así que supongo que es como ver a dos personas discutiendo, una cree que tiene la razón, pero resulta que la otra persona también cree que tiene razón. Tanto Hamilton como Rosberg tienen la oportunidad de ganar el campeonato, siempre y cuando sepan manejar la situación con madurez. En el momento que tomen una dirección alejada del espíritu de Mercedes-Benz actuaremos en consecuencia.
Vía | planetf1