En una entrevista a Franz Tost se vislumbra un 2010 complicado para Scuderia Toro Rosso. Como todos recordaremos, la estructura que nació tras la adquisición de Minardi por parte de Red Bull lleva casi tres años en la cuerda floja y en venta. La ayuda de llevar prácticamente el mismo coche de la escudería matriz aunque con otro motorista y lograr resultados destacados eventualmente es lo que los ha mantenido en pie.
Pero para 2010 vuelve a relucir la prohibición de los monoplazas satélites (ó carreras-cliente) en la Fórmula 1 por parte de la FIA. Tost declara que se presenta un año difícil, y están llevando a cabo una ampliación de personal y refuerzo en Faenza, donde el equipo tiene su sede. Todo indica a que Toro Rosso dependerá de sí mismo en 2010. Y una vez más, las decisiones tomadas hasta ahora por la FIA en busca de la reducción de costes provocan justamente el efecto contrario. Salvo, claro está, que en último momento Jean Todt empiece a pasarse por encima del hombro todas estas incongruencias.
Al menos eso espero que suceda, y que como mínimo Toro Rosso siga como hasta ahora. Una escudería colista, siguiendo con la tradición de Formula One School que tenía Minardi, pero que a diferencia de ésta con los medios justos se permite el lujo de sorprender en cabeza de vez en cuando. Aunque sea en las clasificatorias y menos veces en carrera.
No tiene ningún sentido permitir y favorecer la entrada de equipos, de entrada menos potentes que Toro Rosso y que arrastran tras de sí más incógnitas que otra cosa, cargándose por el camino a una escudería como la de Faenza. Que por su parte, parece que están ya preparándose para diseñar y desarrollar su propio coche sin depender del de Red Bull Racing, pero presumiblemente sin los medios a su alcance mínimamente necesarios para ello. Y ésto último genera cuantiosos gastos y costes.
Mientras tanto, desde la FIA silencio sepulcral. Espero que sea para bien. Entiendo que quizás es demasiado tarde para deshacer y rehacer todo lo que Max Mosley haya dejado atado. Pero una política de mirar para otro lado con según qué normas absurdas por parte de la FIA, es el comienzo para empezar a idear una lógica en la Fórmula 1 que en los últimos años ha brillado por su ausencia. Y hablar mucho, mucho con equipos y fabricantes para hacer un reglamento en condiciones de cara a años próximos. La federación como siempre tiene la última palabra. Pero las marcas del látigo de Mosley todavía no han cicatrizado.
Vía | Autosport