Menudo fin de semana el que hemos vivido en el Gran Premio de China disputado en el circuito de Shanghai. Ni las previsiones más optimistas podían hacernos imaginar el tifón de sensaciones y sorpresas que nos iba a deparar este penúltimo Gran Premio del año. Todo empezó el jueves, cuando se reabrió la investigación a Lewis Hamilton por su conducción durante el periodo de Safety Car en Fuji. Nos levantamos el viernes con todo el paddock esperando cuál era la penalización para el británico (porque todos daban por hecha una sanción), cuando los comisarios volvían a sorprendernos diciendo que no había sanción para Lewis, pero a partir de ahora, eso no se podía hacer. Claro, claro... muy lógico por parte de la FIA. Esas maniobras sólo serán peligrosas a partir de ahora, es lógico.
Y después vino la sesión clasificatoria, con una extraordinaria vuelta de Lewis Hamilton para llevarse la pole. Ahora estamos en disposición de decir que fue una vuelta sensacional. Iba descargado, pero no tanto como pensábamos muchos. Pero la primera sorpresa negativa fue ver a Fernando Alonso a casi 7 décimas del británico, en 4ª posición. En un principio parecía que Alonso podía haber cometido algún error en el segundo sector, pero el asturiano despejó todas las dudas cuando declaró que no entendía qué podía haber pasado, porque el había hecho las vueltas tan bien como en las anteriores sesiones, en las que había quedado por delante de Hamilton. El problema: las presiones de los dos juegos utilizados para dar las vueltas buenas en la Q3 se mostraron muy inestables. ¿Casualidad? ¿Quién se lo cree? Y claro, como el asturiano no es tonto, rajó de lo lindo, harto de soportar el trato de McLaren durante toda la temporada. Y llegó la carrera, y se consumó el milagro tan deseado por todos: Lewis Hamilton abandona la carrera tras destrozar sus neumáticos y no poder entrar a cambiarlos en boxes. Una verdadera tortura lo que ha sufrido hoy Hamilton: ver como te sales a unos 200 metros de tu box, donde te esperan las gomas que te volverán a meter en pista; ver como nadie podía sacar el coche de la grava empujando. Esa suerte espontánea en la que tanto confiaba y que siempre coloca a todo el mundo en el sitio que se merece. Y tanto Alonso como Raikkonen merecían pelear este título en Brasil. La alegría que hemos sentido todos los amantes a la Fórmula 1 ha sido desbordante. Un poco como la alegría que sintió todo seguidor de Alonso en Japón el año pasado al ver a Schumacher romper su motor. Pero la alegría va por barrios. Oír a Víctor Seara comentar lo que se había celebrado ese momento en el box de Renault es para reflexionar. Se alegran más por Fernando en Renault que en McLaren, no hay duda.
Otro milagro (en este caso, me supo muy mal): el abandono de Robert Kubica cuando estaba en disposición de lograr su primera victoria en la Fórmula 1, y la primera de BMW. Un inoportuno fallo mecánico dejó fuera al polaco, pero le permitió a Alonso coger 2 puntos más que pueden ser cruciales en Brasil.
Y por último, ¿dónde está Max Mosley, que prometió garantizar la igualdad en McLaren tras el caso de espionaje? Los fallos con las presiones del asturiano ya empiezan a mosquear bastante, y yo no oigo que nadie comente nada. Fernando debería usar esa carta que tiene en la manga. Tiene que meter a Mosley en el ajo, porque en Brasil, un sabotaje ya sería irrecuperable. Y, no sé vosotros, pero yo de McLaren no me fío un pelo, y menos tras las declaraciones de Alonso. Pero si no me fío de McLaren , de Mosley ya ni te digo...
Así que Fernando, vas a tener que currarte esto solito. Yo creo que es muy capaz. Nos vemos en Brasil.
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