Este mediodía nos espera una carrera de esas que agotan a cualquier piloto. Una carrera que, sin lugar a dudas, se va a hacer larguísima para muchos. La carrera consta de 61 vueltas al circuito urbano de Singapur, que suponiendo que los pilotos puedan rodarlas a un ritmo medio de 1:45, se convertirán en más de una hora y tres cuartos de carrera. Al más puro estilo Mónaco.
Y esas cerca de dos horas de carrera serían sin tener en cuenta las posibles salidas del Safety Car o, si las previsiones no fallan, la aparición de la temida lluvia. En cualquiera de los dos casos anteriores, lo más normal sería que la carrera finalizara por el tiempo máximo reglamentario de las 2 horas, sin completar las 61 vueltas estipuladas en un principio. Pero aún hay más.
La pista está considerablemente bacheada en algunas zonas, como nos demuestran las numerosas chispas que estamos viendo este fin de semana, y frenadas como las de la curva 7 se están convirtiendo en un auténtico calvario para muchos. Pues malas noticias: habrá que pasar por allí 61 veces.
No sólo eso, sino que la exigencia física del trazado, que no da respiro a los pilotos, hará de la carrera en Singapur un auténtico test físico. Lewis Hamilton lo explica a la perfección: "Requiere el doble de energía que en Mónaco a una sóla vuelta. Una vuelta aquí es como dos en Mónaco". Pues sólo hay que imaginarse una carrera a 122 vueltas por las calles del Principado. El final de carrera puede ser muy accidentado.
En resumen, pongámosle las condiciones de calor y humedad agobiantes de Sepang, la duración y dureza de Mónaco, los baches de cualqueir pista urbana, las exigencias de los frenos de Melbourne, los muros amenazadores de Montreal, una entrada al pit-lane tan delicada como la de Interlagos, y unos pianos al estilo de la última chicane de Magny Cours, y ya tenemos servido un circuito que será una auténtica pesadilla. Y si llueve, pues ya puede ser el no va más. Y que nadie se despiste, que todo esto pasará de noche.