Vamos a hacer una especie de plagio de la sección de nuestro compañero Esteban Delgado en Rallyes.net, pero desde una mirada menos profesional, o mejor dicho, desde la mía. Lamentablemente el no contar este año con el peto de periodista, me ha complicado mucho las cosas, pero también me ha permitido disfrutar de la prueba como si de mi primera vez se tratara.
Obviamente la primera etapa se nos hacia prácticamente imposible de llegar. A pesar de ello, nos dimos de bruces con el tramo de Les Garrigues que finalmente nos obligaría a cambiar nuestro itinerario. Afortunadamente un amable Mosso nos indicó una alternativa para llegar hasta la zona del Priorat aunque nuestra escasez de tiempo no nos dejaba quedarnos a disfrutar de los nuevos WRC sobre tierra.
Tocaba buscar un buen sitio para el siguiente día. Entrar por la Bisbal del Falset y decidir revisar los primeros 35 kilómetros del tramo no fue la mejor idea… Sobre todo tras volvernos a topar por segunda vez con la autoridad. El tramo estaba cortado sin motivo alguno, así que nos tocó echarle un vistazo a la última parte de la especial. Sin necesidad de perder mucho tiempo reconociéndolo encontramos una zona de buena visibilidad en la que podíamos ver más de 20 segundos los coches.
El sábado nos despertábamos ya con el sonido de los motores de los coches de los Ouvriers que se encontraban reconociendo el terreno. La gente más valiente llegaba hasta mi posición a pie desde el final del tramo, unos 10 kilómetros. Afortunadamente nuestro sitio elegido el día anterior seguía libre. Todo compuesto de una curva de derechas rápida, fuerte frenada, dos izquierdas enlazadas para de nuevo una zona rápida que unía una derecha con otra de izquierdas.
El silencio se hacia más y más fuerte esperando la llegada de los primero participantes. Tan sólo el ruido de los motores conseguía romperlo. Eso y la radio de los comisarios que de repente anunciaba la detención de uno de los pilotos. De nuevo el silencio y una voz femenina que anunciaba que el dorsal nº2 se encontraba detenido cambiando una rueda pinchada. El comentario habitual a partir de ese momento es que a Ogier se le había acabado la suerte.
A partir de ahí los pilotos de cabeza desfilaron por delante, con una trazada casi perfecta. La emoción se disparó al ver a los nuestros. Primero Dani Sordo y después Yerai Lemes levantaron el júbilo de los aficionados, que fueron correspondidos por una gran demostración de pilotaje del canario que iba completamente desbocado.
Para la tarde la cosa se puso más complicada ya que el tramo no daba demasiadas oportunidades para ver una carretera estrecha y alguna zona técnica demasiado complicada. Decidimos apostar de nuevo por ver el mayor tiempo posible a los nuevos coches y colocarnos después de una larga recta que acaba en una enlazada izquierda, derecha, izquierda a la que los pilotos llegaban tras una fuerte frenada.
Obviamente los pilotos de la zona baja del pelotón fueron los que peor lo pasaron, llegando algunos como Sailuk, el del coche de Mentos, con más apuros de los deseados. Desgraciadamente cada vez es más habitual ver a gente que no disfruta de la competición y sólo se acerca al rally a beber alcohol o fumar alguna que otra sustancia de dudosa legalidad.
Como algunos ya habéis podido ver en las imágenes que os hemos puesto esta mañana, algunos aficionados no terminan de comprender lo que es una zona segura, y menos aun lo que son las vallas de “Prohibido público”. El grupo de jóvenes que se situó al final de la larga recta, justo en el exterior de la curva (los pilotos llegarían a velocidades por encima de los 130 Km/h), al grito de “somos navarros” nos dejó una buena muestra de la tan habitual estupidez humana. Inexplicablemente ni Mossos, ni comisarios estaban presentes cuando se les necesitaba y en la zona con más publico acampado. Mañana la segunda y ultima parte de nuestro diario de viaje.
