Tres grandes premios sin puntuar. Esos son los resultados que ha conseguido Williams F1 en este comienzo de temporada. El peor inicio de su historia. Creo que la última frase sirve para resumir que si en Ferrari las cosas van mal, en sus históricos “rivales” británicos las cosas no están precisamente para tirar cohetes.
Tal es el descalabro en Grove que Sam Michael está pensando en dar un paso atrás e incluso se plantea dejar la escudería (aunque nunca antes de final de temporada cuando acaba su contrato). Michael ha reconocido que él mismo ha escogido al personal de cada uno de los departamentos y si las cosas no funcionan es parte de su responsabilidad como director técnico de Williams F1. Aprovechando la cohesión, algún italiano debería pensar de la misma forma. Pero esto es opinión y no es el lugar.
El FW33 prometía mucho gracias, en gran parte, a su revolucionaria y compacta caja de cambios. Una de las mayores evoluciones de la temporada que permite que el flujo de aire en la parte posterior sea más limpio. Pero ni por esas. Los malos resultados hablan por si solos y las esperanzas pasan por un nuevo paquete de mejoras que se presentarán en el Gran Premio de Turquía.
Esperábamos más de un perro viejo como Rubens Barrichello y también esperábamos que Pastor Maldonado demostrara que no es un simple piloto de pago. Hasta ahora ambos tienen disculpa ya que no han podido. Una vez han solventado los problemas de fiabilidad (el motor, la hidráulica y la transisión provocaron su abandono en las dos primeras carreras), el FW33 tiene que mejorar mucho en velocidad y rendimiento.
Pero más allá de lo deportivo, en el ámbito empresarial, que el monoplaza de Williams F1 funcione es importante. Williams F1 va a salir a bolsa y los malos resultados no son la mejor manera de atraer inversores para paliar los problemas económicos del equipo británica.
