Estoy seguro de que dentro de unos años si alguien te pregunta qué imagen recuerdas del Rally de México, más de uno sacará del baúl de los recuerdos a Thierry Neuville y su copiloto tratando de reparar su Hyundai i20 WRC a base de cerveza. Afortunadamente, el motor de la marca coreana aguantó el envite y llego a meta con el primer podio del año, en un rally del que ellos mismos aseguraban no esperar nada.
En una prueba que volvió a ser territorio Volkswagen, tan sólo los coches alemanes (que ya llevan seis mese imbatidos en el Mundial), los dos Hyundai, Elfyn Evans y los Ford Fiesta RS WRC de Martin Prokop y Benito Guerra fueron los únicos capaces de sortear todas las trampas que la prueba. Unos de los que cayeron en ellas fueron los dos pilotos de Citroën, que ni cortos ni perezosos aseguraron que no sabían por qué habían tenido las roturas de suspensiones, a pesar de notar en sus carnes los golpes a los que habían sometido a sus DS3 WRC.