Este fin de semana puede haber servido para agrandar mucho más la leyenda del ocho veces campeón del Mundo de Rallyes. En esta ocasión no hay lugar para que los contrarios a reconocer que Sébastien Loeb es uno de los mejores pilotos de la historia, puedan afirmar que sólo gana porque tiene el mejor coche y porque nunca dejan competir a sus compañeros de equipo contra él.
Es más, yo antes de que diera comienzo la prueba había pronosticado que iba a ser el propio Mikko Hirvonen el que se llevaría en casa su primera victoria a los mandos de un Citroën. Sin embargo Loeb se estaba sintiendo cómodo con el DS3 en Finlandia, y al igual que el año pasado salió desde el primer momento con ganas de dar guerra. Y eso que en la previa él mismo aseguraba que de aquí sólo quería salir con algunos puntos, que no iba a disputar la victoria.
Sus rivales no pudieron hacer otra cosa que rendirse ante la evidencia de su gran superioridad. Algunos antes que otros. Latvala en el quinto tramo ya se encontraba diciendo que era imposible igualar el ritmo del primer piloto de Citroën. Por su parte, Mikko Hirvonen esperaba hasta la llegada a meta de la Power Stage para decir simplemente del alsaciano que era increíble. El finlandés, muy deportivo no dudo en ir hasta el coche de Loeb para felicitarle personalmente y celebrar el doblete conseguido por la marca de los dos chevrones.
Yves Matton nos mostró que en nada se parece al anterior jefe de Citroën Racing, Olivier Quesnel, permitiendo a sus pilotos luchar hasta el último metro. Y es que no hubiera sido lo mismo tener las dos pasadas de Ouninpohja para cerrar el rally y que la lucha por la victoria hubiera estado completamente decidida para cualquiera de sus dos pupilos. En esta ocasión hay que agradecérselo ya que otro no sé si hubiera tomado la misma decisión.
Tampoco en Ford se recurrieron a las temidas órdenes de equipo. Hubiera sido totalmente lógico que se le pidiera a Jari-Matti Latvala levantar el pie o penalizar para que Petter Solberg hubiera subido una posición y coger así más puntos para el campeonato. Lo que no sabremos nunca es sí aquí directamente fueron los pilotos los que no dieron la talla en ningún momento o simplemente porque el Ford estaba lejos del rendimiento de los Citroën.
El que tampoco estuvo a su nivel habitual fue Evgeny Novikov. El ruso fue comprensible con su copiloto, Denis Giraudet, que tanto ha hecho por él durante los últimos meses y levanto el pie en los saltos para no agravar los problemas de espalda que tenía el francés. Aun así, entrar tan colado en una curva y poner el Ford Fiesta RS WRC patas arriba no creo que le fuera muy bueno para la espalda de Denis.
Me gustaría dejar estas últimas líneas para las jóvenes promesas que se han mostrado más que nunca en este rally. La primera es Craig Breen. El ganador de la primera edición de la WRC Academy es un reconocido piloto de asfalto. No es de extrañar sabiendo sus comienzos en asfalto irlandés. Pero lo cierto es que no se le caen los anillos a la hora de acelerar a fondo sobre la tierra y rasantes finlandeses. Lástima del accidente en el penúltimo tramo ya que una victoria le hubiera devuelto parte de la moral que perdió en este último mes.
El segundo es una autentica debilidad para mí. Jarkko Nikara es una de las futuras estrellas finlandesas. A pesar de la falta de apoyos (tiene como patrocinador principal ni más ni menos que a John Deere) ha sabido buscarse la vida para hacer un programa deportivo en el que combina participaciones en el Británico de Rallyes, el IRC y la prueba de su país en el Mundial.
A estos dos últimos nombres se les ha unido tras esta prueba Esapekka Lappi. También de la escuela finlandesa, Lappi ya ha demostrado en los rallyes norteños parte de su calidad y curva de aprendizaje. Pero es que literalmente en este fin de semana se ha salido, marcando tiempos muy similares a los de todo un Sébastien Ogier y liderando el SWRC hasta que tuvo los problemas mecánicos.
