No es fácil enfrentarte contra un ocho veces campeón del mundo de Rallyes. Durante casi la última década hemos podido ver como uno tras otro los rivales de Sébastien Loeb han tenido que doblar la rodilla y ceder ante la superioridad del alsaciano. Todos conocemos su poca tendencia al error, buena prueba de ello son sus 71 victorias en el mundial, pero en muchas ocasiones son los otros equipos los que tienden a fallar en el cara a cara.
El caso de Petter Solberg es el más evidente. El noruego lleva siete años sin saborear la dulce victoria y en varias ocasiones por error propio durante la última etapa. Si nos remontamos dos años atrás, el por aquel entonces piloto privado de Citroën tenía en sus manos el triunfo en Nueva Zelanda. Un golpe contra un poste de telégrafos en la etapa del domingo le dejaba sin nada.
Este pasado fin de semana la historia era similar. Loeb ha mostrado un gran ritmo, luchando por casi todos los scratch y perdiendo poco tiempo ante los ataques incisivos de sus rivales. Sin embargo, Solberg se plantaba en la tercera etapa con la posibilidad de presionar al galo. Los poco más de diez segundos de diferencia se convertían en un caramelo demasiado apetecible para el noruego que de nuevo salía al ataque en el primer tramo y de nuevo destrozaba su Ford Fiesta RS WRC al tocarse contra un árbol. Un error más en una temporada aciaga para el que parecía ser el único capaz de plantar cara a Sébastien después de la lesión de Latvala.
Precisamente el finlandés volvía a tener un nuevo error. A pesar de ello el caso de Jari-Matti es algo distinto al de Petter. Sin prácticamente jugarse nada, Latvala salió a morder. El principal objetivo era llevarse la victoria y presionar a Loeb para forzar un inesperado abandono. En el fragor de la batalla el primer piloto de Ford, mucho menos fiable que Loeb, se apoyaba en uno de los taludes y destrozaba una de sus llantas. Aun así la tercera posición se antoja como un resultado un tanto insuficiente.
Aunque tal vez no nos tendríamos que preguntar si Ford está o no al nivel de sus rivales. El Fiesta RS WRC lleva varias carreras demostrando ser posiblemente el coche más rápido del Mundial de Rallyes. Son sus pilotos los que todavía no han terminado de dar con la tecla y su regularidad está muy por debajo de la de los dos integrantes del equipo Citroën. Tal vez Sébastien Ogier hubiera sido el pilar que necesitaban en la marca del ovalo para esta temporada.
Citroën, esta vez sin necesidad de ejecutar órdenes de equipo, firmaba su segundo doblete de la temporada y se encamina con paso firme a la victoria en ambos campeonatos. Al igual que el equipo galo, Mads Østberg está aprovechando todos los regalos de sus rivales. Sin hacer tiempos demasiado destacables durante todo el fin de semana, el piloto de Adapta ha conseguido un nuevo cuarto puesto y se encarama a la tercera posición de la general como primer Ford clasificado, por delante incluso de los oficiales.
En el lado opuesto se encuentran los pilotos oficiales de Mini. Tanto Armindo Araujo como Paulo Nobre siguen sin conseguir terminar una prueba en posiciones decentes. En el caso del portugués es aún más preocupante ya que se esperaban grandes cosas de él después de sus grandes actuaciones en el Mundial de Producción y va abandono tras abandono. Incluso antes del Rally Acrópolis, en los test previos, tuvo una salida de pista que le obligó a Motorsport Italia a traer una nueva unidad.
Aunque sin duda la prueba griega ha tenido dos protagonistas no esperados. Y es que Yazeed Al Rahji es conocido por su simpatía, pero en el ultimo rally, a los mandos de un Ford Fiesta RRC con motor menos potente que los WRC, consiguió meterse entre los diez primeros, superando a varios pilotos prioritarios y quedando por detrás de Ogier con un coche de potencia similar. Al Kuwari también merece los elogios ya que en su debuto con la versión WRC del Mini John Cooper Works se clasificó en el decimo lugar, realizando una mejora actuación que los dos pilotos oficiales de la marca británica antes mencionados.
