Es un asunto que ha hecho correr ríos de tinta a raíz de lo que pasó en 2007 entre Lewis Hamilton y Fernando Alonso. Ron Dennis iba a encargarse de dar las mismas oportunidades a un novato que a todo un bicampeón mundial. Que además había traído el número uno a la escudería. Concretamente desde 2001 llevaban las flechas plateadas sin lucirlo. Más de un lustro. Una eternidad para uno de los históricos de la Fórmula 1. Eso por no hablar de un campeón inglés; Damon Hill había sido el último en 1996. Demasiado tiempo llevaban sin lograrlo, y con Hamilton pensaban que lo tendrían más al alcance que nunca.
Recupero este tema ya que en el Gran Premio de Alemania recién concluido ha quedado bien claro como es realmente esa equivalencia de trato en McLaren-Mercedes. Lewis Hamilton con nuevas piezas y una mejora evidente en el rendimiento de su monoplaza y Heikki Kovalainen con material antiguo y a correr. ¿A eso lo llaman igualdad?
Siempre he estado en contra de que en una escudería se le den las mismas oportunidades a ambos pilotos. ¿Por qué? Pues la realidad es que es imposible no beneficiar a uno en favor de otro, y así te evitas problemas. Por ejemplo la estrategia. Pueden llevar la misma carga los dos monoplazas, ¿pero quién para antes para repostar? Uno siempre se verá perjudicado. Los dos pueden llevar el mismo material, ¿pero quién se asegura de que sean idénticas las piezas? No serán las mismas. Por ende, alguna pequeña diferencia por mínima que sea siempre habrá. La igualdad en el sentido literal es irrealizable, y el que diga lo contrario está equivocado. Hay pequeños factores que siempre inclinarán la balanza hacia un lado u otro, por mucho que algunos se empeñen en demostrar lo contrario.
En la escudería, en mayor o menor medida, ya tuvieron problemas entre Alain Prost y Ayrton Senna, entre David Coulthard y Mika Hakkinen, y entre Juan Pablo Montoya y Kimi Raikkonen. El último capítulo lo protagonizaron Fernando Alonso y Lewis Hamilton. Esta última disputa, junto a la de Prost y Senna fue la que más trascendió cara al público. Lo que salta a la vista es que Ron Dennis no ha sabido gestionar las jerarquías en todos estos años. Miento, ahora parece que no existen esos roces entre pilotos que tanto acusaron en el pasado.
En McLaren-Mercedes parece que encontraron a un piloto de perfil bajo en Heikki Kovalainen. Un buen piloto, a secas, y alguien que no levanta la voz y asume perfectamente su rol de segundón en la escudería. De cara a la galería puede insistir en la igualdad de trato con Hamilton, pero las cosas realmente no son así. No hay más que ver quien llevó las piezas nuevas en su monoplaza. ¿Por qué no Kovalainen? No hay más que preguntarle a Ron Dennis y a su delfín Martin Whitmarsh. Aunque sea este último el que manda (hipotéticamente), el que mueve hilos desde la sombra sigue siendo Dennis. Ha pasado a un segundo plano, pero sigue manejándolo todo prácticamente a su antojo. Una lástima, porque pienso que Whitmarsh está sobradamente preparado para llevar las riendas. Es una persona de contrastada solvencia.
Hace unos días surgía el rumor de que Ron Dennis podía presentarse a la presidencia a la FIA. A mi modo de ver, mejor que se quede en su casa y cuanto más lejos esté de la Fórmula 1 mejor. No quiero a un hipócrita como él al frente de la FIA. Como si con Max Mosley no hubiéramos tenido suficiente...