La llegada del Gen6 a la NASCAR ha significado un chorro de aire fresco para la competición. A pesar de ello, con unas reglas, al menos las más importantes, que llevan décadas sin cambiar, la máxima categoría del automovilismo deportivo norteamericano parece anquilosada en un concepto obsoleto.
Pero como dice la máxima, renovarse o morir. El pasado año, la inyección electrónica jubiló a los obsoletos carburadores y este año los nuevos modelos, más cercanos a los vehículos de calle, hacen que el espectador tengo un reflejo directo de lo que tiene en el garaje en su competición preferida.
A pesar de lo importante de estos cambios, podrían no ser los últimos. La NASCAR planea la llegada de dos cambios de mayor calado. El primero sería jubilar los actuales V8 para dar paso a los más novedosos V6 Turbo. Un tipo de motor que llegó el año pasado a las IndyCar Series y que en 2014 llegará a la Fórmula 1.
Además de mantener a las actuales marcas implicadas, el downsizing también es un hecho en los Estados Unidos, esta nueva configuración podría atraer a grandes marcas como Volkswagen (cuyo interés en la competición es más que un rumor en el paddock). El adiós de los V8 significaría el primer cambio en la configuración de los motores desde de la década de los 70.
Algo similar ocurriría con el otro gran cambio. Los chasis tubulares, que se llevan utilizando desde los 60, dejarían paso a chasis monocasco realizados en fibra de carbono, tomando como ejemplo la nueva normativa inaugurada en el DTM en 2012. Sea como fuere, los cambios no serían drásticos y con los Gen6 recién nacidos, hasta 2017 no llegaría la nueva normativa.
Quizás la esencia se vaya perdiendo pero más allá de tipos de coches y configuraciones, lo que importa son los pilotos y esos circuitos ovales, la verdadera esencia de la NASCAR, que tanto nos gusta a unos y que tanto aburren a otros.
Vía | Jalopnik
