Aunque Singapur carece por completo de la tradición en el Mundial de Fórmula 1 de los dos templos que éste visitó en los dos últimos Grandes Premios (Spa y Monza), lo cierto es que el trazado urbano de Marina Bay ha sabido hacerse un hueco, tanto por la novedad que supuso en 2008 la disputa de una carrera nocturna, como por tratarse por lo general de una carrera movida, propicia para la intervención del Safety Car y donde el pilotaje tiene mucho que decir. La pista urbana de 5.073 metros (después de varias modificaciones posteriores a su inauguración, especialmente en lo que respecta a la triple chicane de la curva diez) es un trazado bastante lento de media (tan sólo se acelera a fondo en un 43% de la vuelta) lo que provocará, a poco que el Safety Car ayuda, que sus 61 vueltas no puedan ser completadas en el límite de dos horas de carrera. Toda una tortura para los pilotos.
La carga aerodinámica necesaria allí es alta, puesto que aunque los dos primeros sectores exigen una buena tracción y frenada, las diferencias se pueden hacer en el tercero, con curvas muy largas donde aprovechar todas las ventajas de tener un gran coche. El mejor ejemplo lo podemos ver en la curva de entrada a meta.
En este Gran Premio de Singapur Pirelli volverá a confiar en los neumáticos blandos y superblandos, que sólo salen a la palestra en circuitos urbanos como éste o el de Monte-Carlo, dado el escaso grip que ofrece el asfalto. Aún así, las gomas Pirelli sufrirán en las enlazadas de final de recta y en el ya citado tercer sector del trazado debido a las cargas laterales a las que serán sometidas.
Pero de todos modos, es posible que no veamos estos compuestos en carrera, pues la lluvia amenaza con condicionar el fin de semana. En Marina Bay sólo se ha probado con pista húmeda en los libres del viernes el año pasado, y aún existen dudas sobre los reflejos que la iluminación artificial pudiera crear en caso de lluvia intensa a la hora de la carrera.
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