Hace un año, la Fórmula 1 llegó al Gran Premio de Hungría con los Red Bull mostrando toda esa superioridad que nos habían enseñado a lo largo de la temporada, pero que por una u otra cosa no habían podido traducir en un dominio absoluto en la clasificación.
Pero en la anterior carrera algo había cambiado. El Gran Premio de Alemania significó un punto de inflexión. Ferrari volvía a ganar, su primera victoria la consiguieron en Bahréin, y Fernando Alonso comenzaba lo que finalmente se convertiría en una remontada en toda regla.
Pero en Hungaroring, las cosas comenzaban con el mismo guión de siempre. Sebastian Vettel conseguía una fantástica pole, por delante de Mark Webber (al que metía cuatro décimas) y con un Fernando Alonso a un mundo, más de un segundo, y como primero del resto, tercero. Quizás la nota especial la puso Pedro de la Rosa que conseguía meterse en la Q3, partiendo finalmente de la novena posición.
En la carrera, las cosas cambiarían ligeramente. Dos incidentes en el pit-lane (una rueda perdida en el monoplaza de Nico Rosberg y un choque entre Robert Kubica y Adrian Sutil) provocaba que éste se cerrara y que saliera a pista el safety-car. Justo a la marcha de éste, Sebastian Vettel dejaba demasiada distancia con el coche de seguridad, más de 10 coches, y era sancionado por ello.
Con el alemán fuera de combate, Mark Webber tenía vía libre para conseguir su cuarta victoria de la temporada. La última de su casillero. Sin presión, el australiano, conseguía marcar muy buenos tiempos con los neumáticos blandos y estirar la parada al máximo. Por detrás, Vettel era incapaz de superar a Fernando Alonso. El español conseguía su segundo podio consecutivo y conseguía acercarse un poco más a los líderes.
Por su parte, Pedro de la Rosa refrendaba el buen resultado de la clasificación con un séptimo puesto en carrera. Si en 2006, el catalán logró su mejor resultado al alcanzar el podio, en 2011, De la Rosa conseguía su mejor resultado en su regreso. Y lo mismo sucedía con su compañero Kamui Kobayashi. Carrerón del japonés que salía penúltimo pero lograba ascender hasta la novena plaza.
El punto polémico lo puso Michael Schumacher en una fea maniobra. Cuando iba a ser adelantado por el Williams de Rubens Barrichello en plena recta de meta, el alemán se cerraba provocando un momento peligroso ya que mandaba a su ex-compañero contra el muro aunque sin provocar ningún accidente. Los comisarios tomaban nota y Schumacher recibía una dura sanción para el Gran Premio de Bélgica: la perdida de 10 posiciones en la parrilla.
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