Lewis Hamilton ha sido el único piloto capaz de toser a los Red Bull. Se quedó a casi ocho décimas del estratosférico registro de Sebastian Vettel, aunque consiguió superar por los pelos a Mark Webber. El inglés evitó de esta forma una primera línea formada por los monoplazas de la escudería austriaca y un más que probable monólogo en la prueba de mañana domingo.
El McLaren MP4-26 ha evolucionado de forma notable desde la pretemporada. Aún está por ver cómo se comportará en las 58 vueltas y los más de 308 kilómetros que tendrá que rodar mañana. La fiabilidad de la nueva criatura de Woking tendrá su gran prueba de fuego en unas horas en Albert Park.
Hamilton es un piloto que siempre se ha mostrado muy agresivo en el paso por curva. Apura muchísimo la frenada, un hábito que hasta ahora le ha dado muy buenos resultados. Me atrevería a decir que pocos pilotos están tan cómodos bordeando el límite de su monoplaza. Ahí el inglés es un auténtico as.
En lo que sí me fijé durante la clasificación de hoy fue en sus características clavadas de frenos y cómo respondían los Pirelli ante ellas. Me llamó la atención como en un momento dado bloqueó ruedas y éstas se deshicieron cual mantequilla. No ha sido la frenada más bestia que le he visto en estos años a Hamilton, y tratándose de un juego nuevo, sorprendió lo tocado que quedó el neumático delantero derecho, si no recuerdo mal. Le hizo un buen plano, uno de esos que no pasan desapercibidos.
Esta forma de frenar me da la impresión de que al de McLaren le va a dar más de un disgusto a lo largo de la temporada. Por lo que se ha visto hasta ahora, los compuestos de Pirelli no van a pasar ni una a aquellos que no los mimen, y el británico no es de lo que destaquen precisamente por su buen cuidado de los neumáticos. Habrá que ver cómo se va adaptando a las nuevas especificaciones de Pirelli, que nada tienen que ver con las anteriores de Bridgestone.
En Motorpasión F1 | Gran Premio Australia Fórmula 1