Para lograr su tercer título consecutivo, el español Fernando Alonso necesitaría un milagro en alguno de los dos Grandes Premios que restan para finalizar este trepidante Campeonato del Mundo. Yo personalmente, todavía espero un golpe de teatro más en este Mundial, que acabaría de convertirlo en uno de los más increíbles de todos los tiempos. El campeonato se lo merece. Un final a tres bandas en Brasil sería el broche de oro para esta temporada de locos.
Y para cargarnos con un poco de optimismo, vamos a mirar atrás a ver si encontramos alguna situación a la que cogernos. Cuando hice esta reflexión, a mí me vino de inmediato a la cabeza un personaje único. Seguramente a muchos de vosotros también os habrá venido el mismo a la cabeza. El también británico Nigel Mansell. El pobre Nigel era tan bueno y agresivo como desafortunado, y hasta en tres temporadas diferentes sufrió algún percance importante cuando se estaba jugando el título (concretamente, en 1986, 1987 y 1991). Pero lo de 1986 es una situación con demasiados parecidos a la temporada actual, y un final... sorprendente. Sin lugar a dudas, el Mundial perdido por Mansell más sonado fue el de 1986. Ese año, el título parecía ser cosa de dos: Nigel Mansell y Nelson Piquet, compañeros en Williams (de momento, se parece bastante a la situación de este año). A dos pruebas para el final, el claro favorito al título (y casi campeón), era, precisamente, el británico (bueno, sigue pareciéndose). En la distancia, iba recortando puntos un francés llamado Alain Prost, con quien nadie parecía contar para ese título (bien, digamos que ese sería Raikkonen).
Ocurrió que en la penúltima prueba, la lucha sin cuartel entre compañeros de equipo les hizo perder un poco el objetivo real y finalizaron 4º y 5º. Como quien no quiere la cosa, la victoria se la llevó Prost. Con todo y con eso, Nigel Mansell sólo necesitaba un tercero para coronarse en la última cita en Australia (o bien que no ganaran ninguno de sus dos rivales). Y claro, un tío como Mansell no sabía correr a la defensiva, y eso se notó en la carrera. Parecía otro piloto. ¿Dónde estaba el Mansell que conocíamos? Se lo comió la presión por completo.
Pero el golpe definitivo llegó a menos de 20 vueltas para el final. Con Mansell rodando en una tercera plaza que le daba el título, y con la aguja del cuentakilómetros superando los 300 km/h, el británico sufrió de repente un pinchazo en una de sus ruedas traseras, y allí se acabó la carrera (y el campeonato) para el bueno de Nigel. Piquet, que rodaba primero, entró a cambiar neumáticos espantado por lo sucedido a su compañero. ¿Y quién se colocó primero? Pues Alain Prost, que supo mantener su ventaja hasta la meta, y se proclamó Campeón del Mundo ganando en Adelaida.
Moraleja: A ver cómo gestiona la presión el novato Hamilton ahora que sólo él puede perder el título que tiene en su bolsillo. Y sobretodo, que nadie se olvide de Kimi Raikkonen, que puede beneficiarse de la intensa lucha entre los 2 compañeros de McLaren. Y si no que le pregunten a Prost...