Las alarmas no paran de sonar en Hinwill. Ha sido ponerse a rodar en pista con el resto de monoplazas, y los primeros signos de debilidad del F1.08 han emergido de la nada. Tenía que ser el monoplaza de la primera victoria, y de momento sus primeros pasos no hacen pensar en que algo tan grande sea posible.
El propio Nick Heidfeld, que ayer fue más rápido subido a un F1.07B que su compañero Kubica a bordo del F1.08, ha puesto en duda las aspiraciones del nuevo monoplaza: “A estas alturas, el año pasado tenía mejores sensaciones, pero todavía no puedo decir que este coche es peor, porque creo que sabemos las áreas en las que tenemos que trabajar”. Trabajar. Eso es lo que le espera a la marca bávara si quiere llegar a Australia a punto. De momento, es evidente que lo están intentando todo. Al parecer, el principal problema respecto al coche del año pasado es el balance del monoplaza. En declaraciones a Autosport, el piloto alemán asegura que han hecho “algunos cambios en los reglajes y los ajustes aerodinámicos están funcionando bien, pero todavía no estamos donde deberíamos”.
Malas noticias para BMW, sin duda. Esta historia ya la hemos visto en otras escuderías (la más reciente, BAR Honda): cuando llega el año en el que, ahora sí, deben ganar carreras, porque ya toca, el monoplaza no va como debería, y el año de la confirmación se convierte en el principio de la pesadilla. Esperemos que BMW pueda solucionar sus problemas. Creo que por lo demostrado hasta la fecha, se merecen un voto de confianza.
