Daniel Ricciardo va a ser la gran novedad del próximo Gran Premio de Hungría. El piloto australiano regresa a la parrilla de la Fórmula 1 sustituyendo a Nyck de Vries sobre el Alpha Tauri. A sus 34 años, Ricciardo regresa a la parrilla en el equipo que teóricamente debería formar a los jóvenes talentos de Red Bull.
Que Red Bull haya elegido a Ricciardo como su mejor opción para ocupar esa vacante no es casualidad, es sintomático. Algo se ha roto en la escalera hacia la Fórmula 1, y de un tiempo a esta parte muchos equipos prefieren apostar por viejas glorias contrastadas que por pilotos jóvenes provenientes de la Fórmula 2.
Los equipos de F1 cada vez miran más a otras categorías ante la sequía de la Fórmula 2
Desde hace unos años la Fórmula 1 se ha encargado de marcar bien clara la escalera hacia la categoría reina a base de primar la Fórmula 2 y la Fórmula 3 y liquidar prácticamente cualquier competencia. Campeonatos como las World Series o la F3 europea, de los que salieron algunos Max Verstappen, Carlos Sainz, Esteban Ocon o Lance Stroll, ha sido aniquilados.
Pero el problema es que la Fórmula 2 parece demasiado cara e inaccesible para las jóvenes promesas, muchos talentos se quedan por el camino y la escalera se ha roto. Basta con ver lo que ha pasado con el segundo asiento del Alpha Tauri para comprobar que los equipos ya no tienen en la Fórmula 2 su principal caladero.
Cuando Pierre Gasly se fue de Alpha Tauri, Red Bull puso sus ojos en Colton Herta, un piloto de IndyCar. La FIA truncó esa operación, así que Alpha Tauri se lanzó a por Nyck de Vries, un piloto de Fórmula E. Ahora que el holandés ha fracasado, el recambio será un probador de 34 años como Ricciardo, y ya se habla de otro IndyCar como Álex Palou para el futuro.
Es una línea que Red Bull ya comenzó a seguir hace un lustro. A Alexander Albon lo sacaron de la Fórmula E, donde había firmado con Nissan, mientras que a Brendon Hartley lo recuperaron del WEC, donde ya había ganado las 24 Horas de Le Mans con Porsche. Pero cada vez más equipos se empiezan a fijar más allá de la Fórmula 2.
Un caso muy claro es el de Haas. Apostaron por Mick Schumacher, todo un campeón de la Fórmula 2, pero a los dos años acabaron hartos de él y lo han sustituido por Nico Hülkenberg, un veterano al borde de los 36 años. Cuando la guerra de Rusia se llevó a Nikita Mazepin, el elegido fue otro talludito como Kevin Magnussen, que se había enrolado con Peugeot en el WEC.
Fernando Alonso, al borde de los 42 años, y Lewis Hamilton, ya con 38, siguen siendo estrellas de la Fórmula 1. Pilotos codiciados a los que parece que les queda cuerda para rato. Hasta Robert Kubica volvió no hace tanto. Y es que la sensación es que por detrás el manantial de talento se ha secado, o al menos su acceso a la Fórmula 1 es mucho más difícil.
En los últimos años el único gran talento que ha llegado desde la Fórmula 2 es Oscar Piastri, por el que McLaren y Alpine se pelearon de forma surrealista el pasado verano. Otros ascensos como los de Yuki Tsunoda, Guanyu Zhou o Logan Sargeant parecen que responden más a intereses comerciales y su paso será tan fugaz como el de Mazepin o Schumacher.
Lo peor es que viendo la Fórmula 2, no parece que ningún gran talento esté en camino. La escalera se ha roto, y los equipos de Fórmula 1 cada vez miran más hacia los lados para ver qué encuentran en IndyCar, Fórmula E o WEC.
