A nadie se le escapa que el espionaje es una práctica habitual en la Fórmula Uno. Los paseos de determinados técnicos de cada equipo por la calle de boxes para inspeccionar los coches de los rivales son algo habitual. Pero eso es una anéctoda en comparación con los desarrollados sistemas que todos las escuderías tienen para marcar de cerca a sus adversarios.
Sin embargo, el caso de Angelo Santini y Mauro Iacconi, que saltó a la luz pública en el año 2003, fue algo que por evidente, resultó extraño. Estos dos técnicos dejaron Ferrari en el año 2002 para incorporarse a Toyota, y al parecer no se fueron con las manos vacías. La Scuderia presentó una denuncia y hoy han sido condenados a 9 y 16 meses de cárcel respectivamente. La historia se remonta a la temporada 2003, cuando Ferrari, tras descubrir sospechosas semejanzas entre el Toyota TF103 y su monoplaza del año anterior denunció el caso. Rápidamente Santini y Iacconi fueron acusados de espionaje, y el caso también salpicó al entonces jefe del equipo Toyota, Ove Andersson, al diseñador Gustav Brunner y al aerodinamista Rene Hilhorst. Hoy ninguno de los cinco trabaja en la escudería nipona.
Pues bien, un Tribunal de Módena ha declarado culpable a Santini por revelación de secreto industrial, mientras que Iacconi lo ha sido por esconder un disco compacto con datos, archivos y diseños que le había entregado su compañero.
Por ahora, la sentencia no se hará efectiva en ninguno de los dos casos, ya que ambos han apelado, pero queda claro que, como mínimo en Italia, el espionaje se paga con prisión, sobre todo si el equipo afectado es Ferrari...
Vía | Autosport
