Si hace un año Hamilton lograba su primera victoria en el Mundial en el GP de Canadá y Robert Kubica protagonizaba un estremecedor accidente, esta tarde las tornas han cambiado y mientras el polaco ha tocado el cielo en el Gilles Villeneuve, el británico ha cometido un error imperdonable.
Hacía tiempo que Kubica estaba demostrando que estaba en condiciones de subir a lo más alto del podio y sólo era cuestión de tiempo. Mario Theissen no se ha cansado de repetir que el objetivo del equipo este año era conseguir la primera victoria y en la séptima carrera de la temporada, ya lo han alcanzado, y nada menos que con un doblete. Hamilton, en cambio, ha tenido que ver la primera victoria de Kubica a través de los monitores. Supongo que ver que el disco del pitlane estaba en rojo con varios coches delante y cuando tu equipo acababa de verse superado en la parada en boxes tanto por BMW como por Ferrari, no debe ser fácil. Pero el hecho es que Hamilton se ha comido literalmente al Ferrari de Raikkonen.
Todo parecía indicar que Montreal se podía convertir en el gran feudo de Hamilton. En su circuito talismán. Donde el año pasado firmó su primera pole, su primer triunfo, y ayer repetía pole. Pero ahora será recordado, en el caso del británico, por el circuito donde se saltó el semáforo en rojo.
Kubica, en cambio, no olvidará jamás este circuito. En primer lugar porque el año pasado volvió a nacer al salir vivo de su tremendo accidente, pero ahora, además, porque ha sido en allí donde ha hecho realidad el sueño de cualquier piloto, subir a lo más alto del podio. Y no nos olvidemos, con esta victoria Kubica es el nuevo líder del Mundial. A partir de ahora habrá que comenzar a preguntarse si Kubica es también candidato al título.