Poco a poco se va confirmando el progresivo declive de Brawn GP, a la vez que otras escuderías resurgen de sus cenizas. Ferrari, McLaren-Mercedes y Renault han dado un gran paso adelante. Red Bull les han cogido la delantera, y los Williams están ahí incordiando. A Brawn GP le crecen los enanos en el ecuador del mundial.
La escudería de reciente creación empezó el año muy fuerte. Su monoplaza era sin duda la referencia, el ejemplo a seguir por el resto. Obviamente contribuyó la polémica del doble difusor, de la que Brawn GP se benefició. Con el tiempo varios rivales se han puesto a su altura, y algunos incluso les han tomado la delantera.
En el recién concluido Gran Premio de Hungría por segunda vez uno de sus bólidos no acaba en los puntos, el de Rubens Barrichello para variar. Jenson Button, en cambio, ha logrado sumar en todas las carreras este año, lo que le ha ayudado a conservar el liderato del mundial de pilotos. Un título que se le está empezando a poner caro al inglés.
La escudería cuenta con el hándicap de sus problemas de presupuesto. Con siete grandes premios aún por disputarse, quedan demasiados puntos en juego. No hay nada decidido todavía, menos aún viendo la progresión de Red Bull y el estancamiento de Brawn GP.
Tal y como están las cosas, pintan bastos. Ya puede sacarse un as bajo la manga Ross Brawn. Como sigan así, se quedan sin el mundial de pilotos y sin el de constructores. Y mucho me temo que así será si el ingeniero inglés no logra financiación a corto plazo. Sin dinero no hay piezas nuevas, y sin piezas nuevas no hay evoluciones. Mientras, sus rivales no se han quedado de brazos cruzados y han seguido a lo suyo, introduciendo mejoras progresivamente.
En estos momentos sólo una genialidad de Ross Brawn puede darle la vuelta a la tortilla. De él uno puede esperarse cualquier cosa, aunque teniendo las manos atadas ante la falta de liquidez, su margen de maniobra se ve drásticamente reducido. Habrá que ver como se las ingenia el inglés para llevar a buen puerto su proyecto.
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