Dani ha contado su experiencia con Schumacher, que por cierto, no difiere mucho de la mía. El primer recuerdo visual que tengo de él es en el podio de Imola, el fatídico día de la muerte de Senna. Luego vinieron sus luchas con el limitado Hill, al que machacaba una y otra vez a pesar de tener un coche inferior. Claro, había demasiada diferencia de piloto por mucho coche que tuviera Damon. Esa puede considerarse su etapa “normal”, incluidos los primeros ramalazos de antideportividad que luego le han caracterizado.
Con dos campeonatos en el bolsillo, se marchó al mítico Ferrari, viviendo lo que ha sido la racha de victorias más espectacular de la historia de la Fórmula 1. Con un coche malo casi le levanta el campeonato a Villeneuve, y con un coche inferior estuvo a la altura del rapidísimo Hakkinen, para ganarle también varios campeonatos. Posteriormente, entró en una racha invencible caracterizada por la superioridad técnica de Ferrari y la ausencia de rivales que estuviesen a su casi inalcanzable altura.
Si por algo creo que será recordado Schumacher es por su capacidad para construir a su alrededor un grandísimo equipo Ferrari. Muchos dicen que incluso ha ejercido de Director en la sombra, haciendo y deshaciendo. Se le puede considerar el primer “piloto total”, preocupado por la excelencia física, técnica y de pilotaje. Incluso ha llevado al máximo la teoría del piloto número dos atento y servicial, que ahora copian otros equipos.
Otros recordarán sus momentos antideportivos, que se sea fan suyo o no, hay que reconocer que abundan, y el aparente favoritismo de la FIA hacia él, no tanto por su culpa como por el poder de Ferrari. ¿Qué pesa más? Yo creo, sin dudarlo, que sus siete campeonatos del mundo (u ocho) y su inmensa capacidad como piloto, aunque estoy seguro que el campeonato de Alonso del año pasado, y sus últimas luchas, en las que Fernando ha salido victorioso muchas veces, le han hecho descender a la categoría de “mortal”, que para inmortal ya está Ayrton Senna.