Decir que un triplete de Audi era un resultado esperado, es como decir que durante el Gran Premio de Canadá, Hispania F1 Racing Team hubiera puntuado. En ninguno de los escenarios posibles nos podríamos imaginar un resultado tan contundente. La victoria de Audi estaba dentro de la lógica, pero un triunfo así, no. Y es que, tras lo visto en la pista, ya sabemos que de nada sirve ser el más rápido, tener el mejor ritmo o marcar la mejor vuelta. En las 24 horas de Le Mans de 2010, la resistencia tomó un tinte especial.
Lo vimos en las 12 horas de Sebring, los vimos en los 1000 kilómetros de Spa-Francorchamps y lo vimos durante los entrenamientos. Los cuatro Peugeot podían mantener un ritmo endiablado si las circunstancias lo requerían. Si quitamos a la ecuación el Peugeot 908 HDI FAP #3 de Lamy, Pagenaud y Bourdais (mira que es mala suerte que se te rompa el soporte de la suspensión, algo que estoy seguro que jamás les había ocurrido), los tres Peugeot fallecieron bajo las mismas circunstancias, rodando al límite.
El comentario de Marc Gené tras su abandono lo decía todo. En los test de larga duración, incluido uno de 30 horas en Paul Ricard no habían tenido ningún problema. La diferencia estaba en que en esos test no habían rodado a un ritmo tan rápido. El Peugoet 908 HDI FAP de Oreca Team Matmut marcó una vuelta rápida de 3:19:200 cuando estaba persiguiendo a uno de los Audi. Estamos hablando de la hora 22 de carrera…
En el caso de la unidad de Marc Gené era comprensible, la segunda posición hubiera salvado una mala carrera y las vueltas perdidas por el problema con el alternador eran su handicap. Misma resolución para la unidade de Oreca. Con todos los 908 oficiales fuera, había que hacer lo posible para “cazar” un escalón del podio. El de Oreca también acabó diciendo basta. El caso menos lógico es el de la unidad #2. Montagny era líder y dominaba la carrera sin demasiados problemas. Ir a tope durante la noche no ayudó. Qué fue de eso de conservar la mecánica.
Todo lo contrario que en Audi. Conservar. Salvo el problema con el BMW Art Car de Tom Kristensen, se pongan como se pongan no tienen razón y fue un grave error del danés, ninguno de los tres Audi R15+ sufrió ningún percance. Bueno sí, un retrovisor roto. De mecánica, nada de nada. Es verdad, el R15+, adolece de falta de velocidad, pero de poco le serviría si su motor rompiera. Su ritmo de carrera fue tan preciso como el Rolex Daytona que ahora mismo poseen los tres ganadores.
Una vez que Audi se hacía con la victoria, la sorpresa llegaba en los pilotos del coche ganador. No es por ponerme galones, pero por una vez lo avisé. Timo Bernhard y Romain Dumas saben lo que es conducir rápido y saben lo que es ganar, incluso ganar a los todopoderosos Audi R10 TDI. Su títulos en las 24 horas de Nürburgring, en las ALMS son su mejor aval y la cesión por parte de Porsche tiene su razón de ser. Veremos si el año que viene, con el Porsche 911 GT3 R Hybrid les dejan defender su título.
Por otro lado, Mike Rockenfeller siempre ha sido muy discutido en la resistencia. Sus actuaciones en el pasado, errores de bulto incluidos, no han sido de esas deslumbrantes y ni siquiera su título en las Le Mans Series con Prémat le valieron para ganarse la confianza de Ullrich y cía. En 2010, Prémat se quedó fuera y el aguantó. Ahora podemos decir que fue una sabia decisión. Además, Rocky se está mostrando muy combativo en el DTM con un Audi de 2008. Y eso también es muy valorable.
La representación de la derrota tuvo en Olivier Quesnel el mejor protagonista. Sus lágrimas y su visita al box de Audi, cuando aún no había terminado la carrera, lo dicen todo. El León había sido vencido y humillado. La marca francesa se lo jugó todo a la carta de ganar a lo grande. De haber mantenido el ritmo, ahora estaríamos hablando de algún record en distancia para el Peugeot 908 HDI FAP #1 o #2. Pero no. Wolfgang Ullrich pudo volver a subir al podio. Lo ha hecho tantas veces en la última década que si realizáramos un foto a foto podríamos ver como envejece.
Por último, destacar la retransmisión en castellano que realizó Eurosport Javier Rubio y Tomás Saldaña tienen el saber hacer necesario para que las horas se te pasen volando. Además, por experiencia propia, sé que tener a un piloto en los comentarios hace que la retransmisión de una carrera sea mucho mejor. Pero si además de un gran piloto, cuentas con uno que ha participado en el campeonato o la prueba en cuestión, la mejora todavía es mayor. La sabiduría de Tomás Saldaña en las 24 horas de Le Mans es casi infinita, y eso los grandes aficionados lo sabemos valorar.