Estamos a las puertas de los coches inteligentes. Queda ya muy poco para poder ver y comprar vehículos que conduzcan por nosotros. Los coches con conducción autónoma se están probando en todos los rincones del globo, en todo tipo de carreteras y escenarios. ¿Cuál es el siguiente paso? La inteligencia artificial.
Suena un poco a película de ciencia ficción, pero no es más que el siguiente paso en tecnología. Si ya es posible crear un coche que pueda tomar el control de la conducción cuando nosotros se lo pidamos bajo ciertas condiciones, imagina qué podrá hacer si además aprende sobre nuestros hábitos y rutinas de conducción, o puede entender mejor lo que ven sus sensores y anticiparse a peligros.
Toyota invertirá 1.000 millones de dólares
La inteligencia artificial permite al coche aprender nuestros hábitos
La inteligencia artificial va a tener tanta importancia en el futuro que los fabricantes más previsores están preparando muchos recursos para desarrollarla. Toyota invertirá 1.000 millones de dólares durante cinco años para crear una empresa llamada Toyota Research Institute (TRI), localizada en pleno Silicon Valley, dedicada a profundizar estas tecnologías. Alrededor de 200 investigadores están siendo reclutados para este importante proyecto creado en colaboración con la Universidad de Standford y el Massachusetts Institute of Technology.
En el TRI se investigará sobre la conducción autónoma y sobre las pautas de conducta de los seres humanos dentro y fuera del coche. Se buscarán tecnologías que faciliten la conducción con especial interés en ayudar a los mayores, sector creciente en las principales sociedades. También se crearán procesadores que diferencien con más exactitud el entorno y superordenadores lo suficientemente compactos para montarse en vehículos accesibles para todos.
El Dr. Gill Pratt, consejero delegado de TRI declaró: "Nuestros objetivos iniciales son mejorar la seguridad reduciendo constantemente la probabilidad de que el vehículo se vea implicado en un accidente, poner la conducción al alcance de todo el mundo, independientemente de su capacidad, particularmente para la asistencia a la tercera edad”.
Más inteligencia, más seguridad
En el ámbito de la seguridad, la inteligencia artificial permitirá a un coche con conducción autónoma aprender mejor lo que le rodea, calcular riesgos y actuar anticipándose a diferentes peligros. No se pueden meter en un disco duro todos los objetos, aceras, farolas, edificios o coches aparcados que hay en cada calle del mundo, pero ya se pueden crear ordenadores que diferencian objetos, seres vivos y vehículos que sus cámaras y sensores no habían visto antes y los catalogan en diferentes categorías.
Diferenciar un animal como un perro de una moto aparcada en la acera ayuda al ordenador a calcular si el animal está en movimiento y el riesgo que hay de que se cruce en la trayectoria que tiene el vehículo. Más importante es diferenciar un ciclista de un peatón sin importar si están en movimiento o del tamaño de cada uno. Un coche con inteligencia artificial puede distinguir una acera sin importar lo alta que sea, lo lejos que esté del carril o la forma que tenga.
El ordenador aprende y entiende constantemente todo lo que ve en lugares que nunca ha estado y reaccionará avisando al conductor con acciones automáticas cuando se calcule que hay un riesgo, como posibles atropellos o accidentes. Además, con un sistema como el Intelligent Transportation System Connect que Toyota ya ha lanzado en Japón, los coches podrán compartir esta información para prevenir riesgos.
Inteligencia artificial en el interior
En el apartado del confort, la inteligencia artificial también será clave en unos años. El coche podrá aprender cuáles son las rutas más usadas por el conductor, a qué horas suele conducir, hacia dónde. Podrá aprender qué emisoras de radio le gustan más, qué temperatura del interior o qué postura al volante suele ajustar.
Todas estas informaciones le sirven al coche para adaptarse a las circunstancias y mejorar el confort de conducción. Se puede ofrecer al conductor diferentes servicios como cambiar el modo de conducción, proponer la conducción autónoma en ciertos escenarios y dar avisos de atascos o incidencias en la ruta habitual en un coche conectado a una red moderna de información.
A través del TRI, Toyota aplicará los conocimientos en robótica de su división de dispositivos para la asistencia de personas con problemas de movilidad y creará tecnologías que puedan implementarse en el interior del vehículo.
El coche podría incluso crear diferentes perfiles para dos o más conductores habituales. Según la llave que detecte el coche, se ofrecerán sin necesidad de buscar las emisoras o archivos favoritos de música de un disco duro, bastará con decir “música” para oír lo que le gusta a ese conductor. Podría cambiar la temperatura y la posición del asiento en cuanto detecte la llave, antes incluso de que el conductor se siente o, por ejemplo, que el sistema lea las últimas noticias o actualizaciones de una red social.
Ya hay coches que toman el control de la conducción a velocidades concretas, en atascos, por ejemplo, pero la conducción puramente autónoma no se espera hasta la década de 2020. Cuando esos coches lleguen contarán con muchas de las soluciones salidas de la investigación en inteligencia artificial que se desarrollan en centros como el Toyota Research Institute.