Hace un mes que os hablamos de la bicicleta eléctrica plegable Torrot City Surfer. Pues bien, hemos tenido la oportunidad de probarla estos días, en vísperas de Navidad. Dentro de la cita en la que hemos convertido esta prueba, primero la hemos invitado a dar unos tranquilos paseos por la ciudad, para luego exprimir toda su capacidad y llevarla hasta el límite en una ciudad dormitorio.
Hemos extenuado los 250 W y la batería de polímero de litio de 8,8 Ah de la Torrot City Surfer, con pulsómetro y GPS en la muñeca para que nada se nos escape, buscando la suma perfecta entre máximo aprovechamiento de su motorización y autonomía, pero vamos por partes, primero conozcámosla y afiancémonos con ella en su hábitat natural: la ciudad.
La City Surfer es una bicicleta plegable y ultra-manejable que ha llegado recientemente al mercado español buscando explotar la inquietud de ciclismo urbano que en muchos puntos de nuestro país ya comienza a despertar. Una máquina con el humilde objetivo de conducirnos por la ciudad de la manera más llevadera y práctica posible, tanto para mi abuela como para mis sobrinitos. Y dicho esto, vamos a contaros si con nosotros lo consiguió o se quedó en el intentó.
Paseando tranquilamente por la ciudad
Nada mejor que internarnos por las calles de Madrid en vísperas de Navidad para comprobar qué puede ofrecernos la City Surfer, para manejarnos y sobrevivir en una tierra todavía hostil con el ciclista y sus circunstancias (por cierto, aunque nos veáis sin casco en las fotos, sólo fue para eso, para las fotos, porque durante la prueba no nos despojamos de este).
Ya de por sí, en una primera impresión podemos deciros que cumple con el mínimo exigible, que es superar a la básicas bicicletas eléctricas de la flota de Bicimad, la bicicleta pública de la capital. Si hablamos de su diseño, fundamentando por una monoviga en aleación de aluminio 6061 nos resultó, cuanto menos, mucho más acogedor.
Confirmamos esta experiencia según fueron pasando los kilómetros, en los que su manillar o su sillín se demuestran muy cómodos para nuestra primera misión. Habiendo callejeado por el centro de Madrid sin pronunciar ni una sola palabra malsonante, nos dirigimos hacia la zona universitaria para recobrar la calma, agotar su autonomía y hacer balance de la funcionalidad de la Torrot City Surfer.
Autonomía alcanzada
Este primer "paseo" nos ha llevado más de dos horas de pedaleo para superar por un par de kilómetros los 50 que promete de autonomía el fabricante. Nos curamos de utilizar a menudo el nivel máximo de asistencia de los tres que posee, ya que para moverse por terrenos no demasiado inclinados el nivel medio resulta suficiente (e incluso el mínimo de asistencia, para unas piernas más acostumbradas a pedalear). Otra historia será la segunda parte de esta prueba, en la que vamos a jugar sucio, muy sucio.
Con respecto a esto, echamos quizá en falta algún nivel más de asistencia, pese a que tres nos han resultando suficientes en la primera parte de esta prueba. Con todo, no puedo decir que ninguno de mis usuales achaques de espalda o rodilla propios de mi fecunda actividad ciclista hayan hecho acto de presencia, o parezca que quieren hacerlo. La comodidad ha dominado la mayor parte de nuestro trayecto.
También se nota una gran estabilidad pese a ir sobre ruedas de niño confiando en sus ruedas que visten un neumático mixto Kenda 1,75/20". Esta confianza se ratifica especialmente en giros, asignatura en la que la Torrot podemos decir que está a un nivel superior al de otras plegables. Con sus frenos (de disco trasero y V-Brake delantero) nos ha pasado algo similar, ofreciendo una frenada que transmite suficiente estabilidad.
Otra historia, como decimos, será la segunda parte de esta prueba, en la que suspensión, frenos, sus 7 velocidades y el resto del grupo Shimano van a trabajar más a fondo. Haciendo balance de su motorización por ciudad, podemos decir que su impulso ha sido bastante homogéneo, sólo perdiendo algo de fuelle en los últimos kilómetros de excursión urbana.
De vuelta a casa
Bien, toca en este momento recoger, es decir, plegar para guardarla en el maletero. Su plegado resulta especialmente funcional, práctico y rápido, a través de un sistema sencillo de cierres. Cuenta además con una extensión en aluminio del cuadro bajo el eje pedalier que permite apoyarla, eso sí, aquí la estabilidad no es tanta como cuando vamos montados, mantenerla en pie plegada es algo más complicado.
En el transporte a través de las escaleras del parking donde tenemos el coche podemos apreciar otra de sus características destacadas, su peso de 19 kilogramos, superando por debajo la frontera de los 20 kg que en el caso de las bicicletas eléctricas no hay que quitar méritos. Tampoco aparece durante este proceso ningún achaque destacable.
¡Bien! De Madrid al coche, del coche a casa, donde comenzamos la carga de su batería que llevará unas cinco horas. Al principio, me cuesta encontrar bajo el cuadro el orificio de acceso para el conector de la toma de corriente, pero es un trámite romántico que sólo nos llevará unos segundos de más la primavera vez. Para las siguiente iremos directos al grano.
"Descansa que mañana te va a hacer falta". Me escandalizo porque me doy cuenta de que estoy hablando solo, apago la luz con torpeza, cierro la puerta, y la dejo dormir. Mañana será otro día...
Continuará...
Ya está disponible la segunda parte de esta prueba: Torrot City Surfer, prueba: una señorita en la ciudad y una señorita en el campo (parte 2)
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