A apenas unas horas de que se anuncien los resultados para el cuarto y último trimestre de Tesla Motors, tal y como el fabricante de coches eléctricos nos tiene acostumbrados, se han conocido los pobres resultados en ventas que han cosechado en uno de los mercados donde más expectativas tenían generadas: China.
En concreto, ha trascendido que el pasado enero se repartieron tan solo 120 unidades del Tesla Model S allí. A esta información le han seguido las palabras del CEO de la compañía, Elon Musk, quien de forma severa ha invitado a través de correo electrónico a los responsables de su empresa a que abandonen sus cargos o desciendan en el escalafón de la compañía hacia puestos inferiores, si es que no quieren afrontar un futuro laboral más oscuro. ¿Qué está ocurriendo exactamente con Tesla en China?
Si hacemos un poco de memoria, comenzaremos nuestro análisis señalando que quizá la ambición de la compañía en el gigante asiático ha superado los límites de la prudencia. En 2013 el propio Musk anunciaba que este mercado alcanzaría pronto los números que Tesla maneja en su cerco doméstico. Hablamos de unas 18.650 unidades del Tesla Model S que la compañía repartió en 2013 allí (a escala mundial se quedaron en torno a las 25.000).
Tesla se planteó el inicio del año el objetivo de llegar en 2014 a los 35.000 coches eléctricos vendidos, algo que parece no van a conseguir. Elon Musk señalaba ya a China en sus reacciones en el Salón de Detroit 2015 (NAIAS).
En los últimos meses, los rumores y el pesimismo se habían contagiado con respecto a qué estaba pasando con Tesla exactamente. Ya que la compañía no anuncia sus ventas más que en esos reportes trimestrales, suspicacias y especulaciones sobre qué estaba ocurriendo con la compañía llenaban páginas y artículos en los que podíamos encontrar tanto críticas muy ácidas hacia Tesla como justificaciones del tipo que en las estimaciones de ventas no se contabilizaban los encargos (y viceversa) o culpando a los retrasos tras las reformas en su factoría.
Desafortunadamente, los peores augurios se han terminado por confirmar. No es cuestión de alardear y mucho menos con este asunto, pero el año pasado ya señalábamos tres meses después de las previsiones de Musk para China que a la berlina eléctrica todavía le quedaba un largo camino para llegar a China.
Esto os lo contábamos además diez días después de que el jefe de Tesla en el país, Kingston Chang, anunciará su dimisión. Apenas unos meses después, en diciembre de 2014, su sucesora por entonces, Veronica Wu, hacia lo propio, dejando al que había dirigido la puesta en marcha de los primeros supercargadores en el país, Tom Zhu, al mando.
Lo cierto es que estos débiles resultados y las idas y venidas en la dirección china de Tesla subrayan aún más el interrogante sobre qué está fallando. ¿Eran las expectativas demasiado bondadosas? ¿Se ha pecado de querer acelerar el proceso más allá de lo posible? ¿Con qué obstáculos concretos se está encontrando el Tesla Model S?
China no se hizo en un día
Las pistas que podemos encontrar para responder a estas preguntas nacen de elementos sencillos y casi del sentido común. Para empezar, la publicación Car News China apunta que Tesla no está vendiendo coches porque no tienen donde hacerlo, es decir, que el número de tiendas y de centros de servicio de la compañía es a estas alturas sumamente escaso.
Parte de las grandes cifras que adornaban las previsiones hace meses tenían que ver con que China es un país superpoblado, y que por ello, aunque la cuota de ventas sea mínima (sobre todo teniendo en cuenta el target en China) supondrá una cifra muy significativa para los parámetros occidentales tradicionales. Es decir, que por pequeño que vaya a ser el nicho de mercado en tanto por ciento, se venderán igualmente muchos coches.
Bien, es complicado negar esto, pero si hablamos de concentraciones urbanas superpobladas, es necesario contar con una red en consecuencia. A modo de ejemplo, diremos que Pekín, que tiene 22 millones de habitantes, cuenta con solo tres tiendas. Y así ocurre con otras grandes ciudades.
Si a esto sumamos el hecho de que los vendedores locales no se toman a bien eso de que Tesla quiera vender en sus propias tiendas sin pensar en asociarse y que estén ejerciendo presión en contra de fabricante; que adquirir un coche importado en China no es tan sencillo ni para el cliente, ni para la compañía; que muchas ciudades tienen limitadas el número de matriculaciones (pese al favor que cuentan los coches eléctricos bajo esta normativa); o que la red de supercargadores también está sufriendo retrasos; entonces podremos acercarnos a entender mejor este asunto.
Volvemos a repetirlo, se trata de una carrera de fondo en la que Tesla no se puede permitir derrochar demasiados recursos. Por eso Musk, con ese aviso, se permite el lujo de recordar a sus empleados la dificultad de su empresa, la de un mundo en el que la movilidad eléctrica está a la cabeza.
Imágenes | Marcella (CC) y Wasim Muklashy (CC) en Flickr
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