El Salón del Vehículo y Combustible alternativo de Valladolid ha servido también para reflexionar sobre el futuro de los combustibles alternativos, entre estos, los biocombustibles y, de forma concreta, su producción en el continente africano. Trayendo este tema a la palestra, el análisis se ha centrado en los aspectos socioeconómicos de la introducción de los biocarburantes en África.
Sobre esto, Meghan Sapp, secretaria de PANGEA (Partners for Euro-African Green Energy), se ha encargado de afrontar las críticas basadas en la creencia en términos absolutos de que los biocarburantes desestabilizan el sector agrícola, para introducir el concepto de biocombustibles "bien hechos".
Sapp ha aclarado que sí existen modos y oportunidades para el desarrollo de cultivos de biocombustibles que, lejos de alterar el precio de los alimentos, o perjudicar a las poblaciones locales, contribuyen a su evolución positiva de sus economías.
Ahora bien, una cosa es la teoría, y otra la práctica, por ello, desde PANGEA se estudian los factores para hacer viable que etanol y biodiésel sean una alternativa de producción, colaborando e impulsando proyectos concretos, en Mozambique junto a Cleanstar; o en Sierra Leona con Addax.
Hay que tener en cuenta que África todavía es un mercado minúsculo y emergente, y que lo que se valora es su potencial para la producción de biocombustibles. Sapp contrastó en el Salón a modo de sumario los datos de un último revisado estudio de PANGEA, Who´s fooling whom (¿Quién engaña a quién?), en el que se pueden observar que no se puede acusar a los biocombustibles de afectar al precio de 269 cultivos, entre ellos, de mandioca, arroz, maíx, mijo o trigo.
Es más, de los países que fueron examinados, el incremento en el mercado local del precio de los alimentos fue relativamente menor que la subida a nivel global. Los biocombustibles africanos, que no son competitivos todavía en el mercado internacional, son producidos de melazas residuales de caña de azúcar, y dirigidos a la exportación.
Para Sapp es importante entender el potencial para el desarrollo positivo que pueden jugar esos biocombustibles "bien hechos" en África, que ayudarían a solventar trabas, como el problema del almacenamiento limitado en el sector primario.
Según la responsable de PANGEA, se deberían optar por residuos de cultivos ya existentes, dada su abundancia. Sapp se mostró menos inclinada a seguir invirtiendo tiempo y financiación en los cultivos de algas, ya que conllevan un riesgo elevado de impacto medioambiental en los ecosistemas donde se producen.
Sirvió como ejemplo el contraste que se produjo en estas jornadas técnicas entre la situación en África y en España, cuando Julio Benito, de Asesores del Sector Energético, habló del deprimente panorama del biodiésel en nuestro país, que está en caída libre dado el rotundo fracaso de la mayoría de proyectos.
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