Posiblemente el gran problema de la conducción autónoma es equipararla a la conducción habitual, la de carreteras secundarias, autopistas y vehículos moviéndose a gran velocidad. ¿Pero qué ocurre cuando el escenario está mucho más controlado, sin vehículos que puedan chocar entre ellos y velocidades bajas?
Eso es precisamente lo que propone la firma francesa Induct, que ha entregado a una universidad suiza su primer vehículo autónomo para que sirva de transporte dentro del campus. Los estudiantes e integrantes del campus pueden solicitar la recogida del vehículo vía smartphone, y una vez dentro escoger en una pantalla táctil los distintos destinos disponibles.
No supera los 20 km/h y cuenta con GPS, cámaras 3D y sensores que le permiten reconocer objetos a 50 metros, saber si están quietos o en movimiento y recalcular su ruta valiéndose de la información obtenida. Ahora Induct planea llevar la idea a otras universidades, pero también buscando introducirla en ámbitos como aparcamientos de gran escala, zonas para peatones o centros comerciales.
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