A las puertas del Salón de París, donde hemos visto intentos de varios fabricantes por reducir consumo y emisiones de gases contaminantes abriendo el camino a nuevas tecnologías, un nuevo estudio vuelve a poner de relieve las deficiencias del actual ciclo de homologación NEDC, dando más motivos las pretensiones de la UE de afrontar una corrección.
Y es que, según los últimos datos recabados la desviación a día de hoy entre homologación y mundo real está en torno al 38% de media en la industria del automóvil. Una cifra de escándalo, y más si tenemos en cuenta que hace 13 años, en 2001, esa misma desviación se situaba en el 8%.
¿Qué ha pasado durante este tiempo? Las causas principales de esta anomalía las encontramos en el informe "From laboratory to road: A 2014 update", elaborado por el International Council on Clean Transportation. Esta organización sin ánimo de lucro se declara independiente y desvinculada de cualquier grupo ajeno, y entre sus objetivos se sitúan la defensa de la salud pública y el medio ambiente.
El estudio en cuestión da tres motivos principales por los que se ha llegado a este desbarajuste:
- Que las nuevas tecnologías que aumentan la eficiencia se muestran más eficaces durante las pruebas de homologación que posteriormente durante su vida comercial. Ponen como ejemplo a la tecnología Stop-Start.
- Defectos en la homologación, con tolerancia aumentada en los límites o lagunas a la hora de definir algunos aspectos
- Factores externos, como por ejemplo, el aumento en la utilización del aire acondicionado.
Con todo, subrayan la complejidad de alcanzar datos concretos, dado la gran cantidad de variables que se dan cita. En cualquier caso, el estudio recuerda que a pesar de las discrepancias entre las diversas fuentes, todas al completo apuntan a que la desviación ha aumentado durante los últimos años. En el siguiente gráfico podéis ver la evolución según las diferentes fuentes.
El estudio recuerda que se trata de un grave problema que repercute en muchos agente, para empezar, en el consumidor. Es decir, el gasto en combustible medio al año es 450 euros más elevado de lo que se vende.
Lo mismo ocurre, por tanto, con las emisiones de CO2 y de otros gases contaminantes y perniciosos para nuestra salud. Y lo que es peor, los objetivos que las autoridades creen que van consiguiendo en cuanto a esto no son tales. Los fabricantes también deberían ser conscientes de esta problemática, pues de realizarse una rectificación en el ciclo de homologación, podrían verse también expuestos sus próximos objetivos, a la vez que sus credibilidades.
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