Hace tiempo os hablamos de magia un método para obtener gasolina del aire. Sintetizando (nunca mejor dicho), este se basaba en la recolección de CO2 puro, para su conversión en hidrocarburo mediante el proceso de Fischer-Tropsch, pudiéndose obtener como resultado metanol. Este tóxico alcohol puede ser utilizado como combustible.
Hasta aquí la teoría, porque lo cierto es que, en la práctica, producir metanol no es sencillo, ni barato. Ahora, hemos conocido el informe del Instituto italiano de Estudio para la Integración de Sistemas en colaboración con la compañía española Tecnalia, este precisamente analiza los impedimentos que nos separan de aprovechar el CO2 que generamos para su utilización en el transporte.
Auspiciado por el Servicio de Investigación del Parlamento Europeo, se centra en las barreras tecnológicas, medioambientales y económicas. Su análisis global del panorama actual de la movilidad europea da paso a cuatro posibles itinerarios y políticas para acercarnos a que el metanol como combustible pase de una opción remota a una realidad.
Lo que parece claro es que acometer semejantes aventuras y triunfar creando un mercado masivo para el metanol en el transporte podría ser un milagro. Ciertamente estos, existir, existen; al obtener, por ejemplo hidrógeno a partir del azúcar, biopetróleo de algas, combustible a base de periódicos, gasolina sintética a mitad de precio, o utilizar aceite vegetal en lugar de gasóleo en motores Diesel, pero suelen traer consigo métodos poco competitivos (o ilegales, si tenemos en cuenta el último caso).
Vía | Green Car Congress
Foto | ThinkGeoEnergy (CC) en Flickr
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