En la primera parte de este relato sobre lo que supone conducir un coche a GLP en España, os hablé del número de gasolineras que venden GLP, de qué es el gas licuado del petróleo, y de cuál es su ventaja económica sobre la gasolina y el gasóleo. Hoy toca hablar de algunos aspectos más técnicos, como por ejemplo qué cambia en un coche para poder usar este combustible, cuánto se consume y qué ventajas medioambientales tiene.
El GLP se puede utilizar con pequeñas modificaciones en casi cualquier coche con motor de gasolina, es decir un motor de explosión provisto de bujías de encendido que provoquen que arda la mezcla de gas y aire. Un coche existente no muy viejo (Euro 3 en adelante) se puede adaptar para emplear autogás, con una inversión que se amortiza si se hacen bastantes kilómetros. Dependiendo del coche puede estar entre los 60.000 y 100.000 km en términos generales.
En España hay varias marcas de kits de adaptación que permiten transformar un coche de gasolina en un coche bifuel que puede usar GLP, con sistemas como los de BRC/Ferrosite, Ircongas/Tartarini o Vialle LPi. Una transformación de estas cuesta bastante dinero no solo por los componentes que hay que añadir o cambiar, sino también por la mano de obra de taller.
Poco a poco hay más modelos GLP “de fábrica”
En general para un turismo la transformación puede costar del orden de entre 1.600 y 2.100 euros más IVA (21%) según el sistema elegido, o sea que puede ascender hasta unos 2.500 euros aproximadamente. Lo más interesante es poder adquirir un coche nuevo directamente al fabricante que ya esté preparado para usar autogás.
Poco a poco las marcas van ofreciendo modelos que ya vienen preparados de fábrica, como es el caso del Fiat Punto que hemos probado. El precio de compra es más alto que la versión de gasolina, en torno a unos 1.200 euros, pero es más barato y simple que tener que hacer una adaptación.
Sin entrar en demasiados detalles técnicos, lo que hay que hacer es adaptar un nuevo sistema de inyección del gas en el motor, sustituyendo o no los inyectores originales del coche, según el caso; esto implica también una nueva centralita electrónica que controle la inyección. Lógicamente hay que añadir un depósito del gas líquido, normalmente en el maletero en el hueco de la rueda de repuesto, y los correspondientes conductos que lleven el gas hasta el motor.
Lo normal es que se añada también un botón que pueda accionar el conductor y que permita forzar el uso de gasolina, ya que por defecto el coche va a usar autogás. En general cuando se arranca y el motor está frío, se consume un poco de gasolina durante unos instantes (pueden ser segundos, pueden ser unos minutos) hasta que alcanza temperatura y se pasa a usar GLP.
Aunque hasta hace poco se consideraba que no se podía usar gas licuado del petróleo en motores diésel, más que nada porque no hay chispa que encienda la mezcla, el año pasado se ha presentado algún sistema de inyección de gas propano para motores diésel, inyectando una mezcla de gas y gasóleo, y no solo gas, para que pueda producirse la combustión.
En el Salón de Valladolid del vehículo y combustible alternativos de este año, pudimos ver que también están llegando a España sistemas GLP para diésel similares, por ahora para camiones. Para turismos y particulares parece que todavía habrá que esperar un poco.
En principio, y al menos hasta hace nada, había ayudas para la compra y adaptación de coches a GLP. Para un coche nuevo el importe de la ayuda podía ser de hasta 1.200 euros, sin exceder el 15% del precio del vehículo. Para las transformaciones el importe máximo era de 450 euros, aunque si se realiza en un plazo de menos de tres meses desde la primera matriculación, tiene la consideración igualmente de coche nuevo. La limitación es que el coche emita menos de 150 g/km de CO₂.
A día de hoy todo este tema de las ayudas está en el aire, debido a los cada vez mayores recortes y ajustes del presupuesto, tanto del Estado central como de las autonomías. Cada comunidad autónoma se encarga de gestionarlas, así que dependiendo de cada cual los plazos e importes para destinar a ayudas se podrán prorrogar o no. Por tanto quien esté interesado tiene que consultar al respecto en la consejería de economía o en la de industria y energía de su comunidad autónoma.
El consumo de GLP será mayor que el de gasolina
A la hora de usar un coche a GLP el conductor no va a notar nada diferente a cualquier otro coche de gasolina. Al igual que con esta, se llena el depósito de autogás en una estación de servicio de unos minutos y listo. El único matiz es que el boquerel tiene que quedar acoplado a la boquilla del depósito, y para ello el gatillo del boquerel se fija con un pequeño pasador que hay que colocar en su sitio con la mano.
Después hay que acercarse al surtidor y pulsar un botón para que salga el gas (en lugar de pulsar el gatillo). Finalizado el repostaje hay que desacoplar el boquerel y listo. Se libera algo de presión y el boquerel experimentará un poco de retroceso. Según el coche, la boquilla del depósito puede ser fija y venir incorporada junto a la del depósito de gasolina, o bien puede ser una pieza desmontable de acero inoxidable que se enrosca y desenrosca cada vez que toca repostar.
Eso sí hay que tener presente que el gas licuado del petróleo tiene algunas características diferentes a la gasolina (o el gasóleo). Para empezar la cantidad de energía que contiene un litro de GLP es menor que la que contiene un litro de gasolina. Aproximadamente un litro de gasolina son de 32 a 35 MJ de energía, y un litro de gasóleo son de 36 a casi 39 MJ. El gas licuado del petróleo contiene unos 26 MJ de energía (por litro, ojo, que es lo que repostamos y nos cobran en la gasolinera, no hablo de energía por kilogramo).
Es por esto que un mismo coche con el mismo motor de gasolina, va a consumir irremediablemente más, en litros a los cien kilómetros, cuando emplea GLP que cuando emplea gasolina. El motor responde al mismo ciclo y el trabajo de mover el coche es el mismo, pero como la energía que aporta cada gota de gas licuado del petróleo es menor que cada gota de gasolina, hay que inyectar algo más de cantidad en el cilindro para obtener el mismo resultado.
En general el incremento de consumo al usar GLP suele estar en un 10%, pero según el coche y el motor puede llegar hasta el 25%. A esto hay que sumar que se va a consumir una pequeña cantidad de gasolina, que dependerá de la temperatura exterior, por aquello que he explicado antes del motor frío, o como estrategia para lubricar mejor los componentes internos del motor. Puede ser del orden de 0,5 l/100 km.
De todos modos como el precio por litro, como os he contado en la primera parte, es aproximadamente la mitad, económicamente resulta sin duda más barato que emplear gasolina, y según el caso incluso resulta en general algo más barato que emplear gasóleo (aunque dependerá de cada coche, del precio de compra y del consumo).
Es más barato y más limpio que el gasóleo
Ya hemos hablado del dinero, ahora es cuando toca hablar de lo medioambiental. Lo cierto es que se puede decir sin lugar a dudas que el gas licuado del petróleo es más limpio, menos contaminante y menos perjudicial para la salud que el gasóleo (no olvidemos que el humo de los motores diésel es carcinógeno, o sea que produce cáncer). Las emisiones de CO₂ en g/km por cada litro consumido son algo menores, y considerando el consumo final del coche de uno y otro suelen estar casi a la par.
Las emisiones de NOx (óxidos de nitrógeno) son también muy inferiores a las del gasóleo, y las emisiones de partículas PM10 y PM2,5 son casi nulas (por tanto muchísimo menores que las del gasóleo). Así que como sustituto del gasóleo es muy buena alternativa.
Sin embargo comparado con la gasolina sus ventajas medioambientales se quedan un tanto diluidas, porque da una de cal y otra de arena. Sin duda el GLP genera menores emisiones de CO₂, y menores emisiones de HC (hidrocarburos), pero las emisiones de CO (monóxido de carbono) pueden ser ligeramente superiores y también pueden ser ligeramente superiores las emisiones de NOx.
Y eso hay que explicarlo. En general se suele considerar que el gas licuado del petróleo genera menos emisiones de NOx que la gasolina, pero puedo citar algún ejemplo real en el que esto no es así. Sin ir más lejos el Seat Ibiza GLP, que tiene un motor 1.6 16v de 81 CV, genera unas emisiones de NOx con gasolina de 43,5 mg/km, mientras que con GLP genera 56 mg/km.
Y este aumento no solo es achacable al mayor consumo (un 26% más), ya que en gasolina resultan unas emisiones de 7,25 mg/km por litro y con GLP resultan 7,37 mg/km por litro. Esto depende bastante del coche y del motor (no es lo mismo un coche moderno que uno antiguo).
Y es que la gasolina de hoy en día, sin plomo y sin azufre, y en un coche de gasolina moderno, es dentro de lo que cabe un combustible bastante “limpio”.
Quién busque un carburante para automoción más limpio aún que el GLP y que la gasolina, tiene que mirar al gas natural (normalmente para turismos GNC), que es fundamentalmente metano, o mirar hacia el hidrógeno (pero este tiene la gran pega de no ser una fuente de energía, sino simplemente un portador, y no es asunto de este artículo).
Por cierto, otro tipo de contaminación es la acústica. Como el gas licuado del petróleo tiene un índice de octano más alto que la gasolina, por encima de 100, en torno a 103 o 105 octanos, tiene más ‘antidetonación’ que esta y el motor hace algo menos de ruido.
El que busque el coche más eficiente y menos ruidoso, tendrá que seguir mirando hacia un coche eléctrico.
Quien busque un coche con un coste por kilómetro muy similar al diésel, pero menos contaminante, no debe dejar de considerar el GLP.
No os perdáis la prueba del Fiat Punto GLP, un coche a gas muy asequible y más que correcto para ciudad, con el que veremos además su coste real, y lo compararemos con el de un gasolina y un diésel.
En Motorpasión Futuro | Conduciendo un coche a GLP en España (parte 1)