Poco a poco, empieza a moverse el tema del gas licuado de petróleo (GLP) o autogas. No es solo que se hayan abierto casi 10 gasolineras nuevas que lo sirven en 2011, es que puede aumentar sustancialmente el parque de vehículos adaptados. El Gobierno ha quitado algunas restricciones, hay 7 millones de potenciales beneficiarios.
Todos los turismos a gasolina, matriculados el 1 de energo de 2001 en adelante, cumplen la normativa de emisiones Euro 3. Por lo tanto, todo coche de gasolina matriculado por primera vez a partir de esa fecha, puede ser adaptado a GLP. Por lo visto es sin necesidad de tener una homologación R-115 para un modelo y motor concretos.
Asimismo, también podrían ser convertidos los modelos que ya cumplían Euro 3 con anterioridad a 2001. De momento esto afecta a Ferrosite, uno de los principales vendedores e instaladores de equipos de GLP en España. ¿Pero qué significa todo esto? Vamos a verlo en pocas palabras.
El GLP es un combustible alternativo que puede ser quemado en cualquier motor de gasolina, siempre y cuando se hagan unas adaptaciones. Dicha adaptación debería ser única por motor y modelo concreto de coche, porque ha de cumplir unas normativas de emisiones, de seguridad, etc. Europa es así.
Hasta la fecha, tras un desastroso cambio legislativo de 2009, solo se podían instalar equipos de gas en coches con una homologación R-115. Dicha homologación es costosa, requiere varias unidades de cada coche/motor y se realizaba para cada instalación por parte de un fabricante. Antes bastaba un proyecto técnico hecho por un ingeniero.
Eso dejaba fuera a casi toda la gama de turismos, impidiendo que aparezcan en las calles más coches que consuman GLP, retrasando la implantación de este combustible ecológico y económico. Eliminado este gran obstáculo, se abren las puertas a la conversión para una parte muy significativa del parque español.
¿Qué implica la conversión a gas?
La adaptación cuesta entre 1.500 y 3.000 euros, dependiendo del modelo. A partir de entonces, con un aumento del consumo en l/100 km bastante pequeño, se puede repostar a 70 céntimos el litro (estaba a menos de 50 céntimos en 2009) en casi 50 gasolineras a nivel estatal. El que haga cuentas, lo verá claro.
Es una alternativa sana al diesel, porque las emisiones son menos nocivas, por ejemplo, no hay nada de partículas en suspensión, ni humos visibles. Por otra parte, permite un ahorro en torno al 40% en la factura de combustible de un coche gasolina, pero con una economía de uso más típica de diesel… y con la misma fiabilidad o más.
A cambio, hay que renunciar a la rueda de repuesto o a espacio en el maletero, pues el depósito de gas es independiente del de gasolina, el coche seguirá usando los dos combustibles según quiera el dueño. También habrá que pasar revisiones anuales del sistema por seguridad, y no tener permitido el paso a un número limitado de aparcamientos subterráneos.
Pero por otra parte, el motor gana algo de par máximo a bajo régimen, con una inapreciable pérdida de potencia (kW o CV) a altas revoluciones. Se reduce ligeramente el ruido y las vibraciones, porque la combustión es más limpia. En teoría no afecta a la durabilidad original del motor, y dependiendo del coche no anula la garantía del fabricante.
En Europa, donde suelen ir más adelantados, el GLP es el combustible de automoción alternativo más usado. Polonia está a la cabeza, y a nivel global, Corea del Sur. Una de las ventajas del GLP es que tiene congelados los impuestos hasta 2018, y atravesando Europa de punta a punta, los precios apenas varían según país. Igualito que gasolina y gasóleo.
Sin embargo, todavía está obstaculizada la conversión para muchos turismos anteriores a 2001, que no cumplen la normativa Euro 3. Esto nos lleva al absurdo de que no se permiten adaptaciones para coches que “contaminan”, pero que si siguen usando gasolina contaminan más. La conversión de un coche usado puede recibir 450 euros de subvención a través del IDAE.
¿Alguna duda?
NOTA: Las imágenes corresponden a modelos a la venta en 2001, están elegidos al azar.