Si tiene motor y ruedas nos gusta, ¿verdad? Pues es una excusa para hablar de bicicletas en Motorpasión, ya que existen bicicletas eléctricas. Suponen una ayuda al pedaleo, es decir, que te impulsan parcialmente para hacer recorridos más largos o superar con menos esfuerzo algunas pendientes.
Pesan algo más de 20 kg y aparentemente son bicicletas normales y corrientes. Disponen de una batería de níquel o litio que almacena energía suficiente para hacer casi 100 km de media. Mediante el pedaleo es posible hacer una recarga pequeña de la batería, por ejemplo en descensos o en llano.
El motor eléctrico nunca asiste al 100%, es decir, siempre hay que pedalear para que funcione, de acuerdo a una limitación legal. El motor es de hasta 0,25 kW, es decir, 0,34 CV. A partir de 25 km/h todo el esfuerzo sale de las piernas. No requieren ninguna autorización administrativa ni carnet.
A menos que vivamos en una ciudad fundamentalmente lisa, como Valencia, utilizar la bicicleta implica hacer cierto esfuerzo. Por ejemplo, recorrer Madrid de Chamartín a Atocha es fácil, pero hacerlo al revés implica llegar al destino sudando y cansado, y si se tiene una buena forma física.
Las bicicletas eléctricas hacen parte del esfuerzo, lo que facilita la movilidad ecológica en las ciudades. Solo hay que ver cómo se las gastan en Holanda en ese sentido, donde la bicicleta tiene más protagonismo que el coche incluso fuera de población en determinadas áreas.
Dejando al lado las cuestiones de peso, qué tal se pliegan y demás… está el principal problema, y es que son muy caras. La mayoría de modelos que encuentro en Internet están más por encima de 1.000 euros que por debajo, dependiendo de su autonomía, características y la calidad de las piezas.
Un buen entendido de la dos ruedas y pedales sabe que no es lo mismo una bicicleta de 100 euros que una de 600 euros, de la misma forma que no es lo mismo un Fiat 500 que un Mercedes SLK. De todas formas su precio es comparable a motocicletas pequeñas, y hay una diferencia importante en coste por kilómetro.
La batería de las bicicletas eléctricas se recarga en 2-3 horas en cualquier enchufe, y la autonomía de estos vehículos es comparable a las distancias medias que hace un usuario normal de ciclomotor o motocicleta, especialmente en áreas urbanas. La fiabilidad mecánica es más alta en una bicicleta eléctrica que en una moto.
Las más caras superan los 1.500 euros, y si la batería es de litio (más capacidad y autonomía), el precio sube más. También se puede optar por la conversión de una bicicleta normal en una eléctrica, mediante kits de conversión, mucho más económicos que una bicicleta eléctrica de fábrica.
Algunas disponen de ordenador de a bordo, luces LED, portabultos, cuadros de aluminio (más ligeros), doble sistema antirrobo mediante PIN (tiene que ser la releche que te roben una bici de más de 1.000 euros), sistema de plegado, neumáticos para asfalto o campo, cambio Shimano de varias velocidades, etc.
Más de uno pensará que esto es una gran chorrada, pero es más racional comprar un coche de gasolina para los fines de semana y viajes, y utilizar una bicicleta eléctrica para ir a trabajar, que poseer un turismo diesel que se utiliza para quemarse en tráfico urbano a cortas distancias.
No siempre hay ventajas para la bicicleta, la ciudad y la carretera puede ser muy hostil para ellas, pero eso depende de la zona. Por eficiencia o ecología, la bicicleta es mucho mejor que el automóvil, aunque la bicicleta de tracción animal le gana en eficiencia, claro.
Existen bicicletas eléctricas que permiten una asistencia total y no requieren pedaleo, no están autorizadas para circular por vías públicas, así que dentro de una zona privada sí pueden circular. Las demás permiten elegir el porcentaje de asistencia deseado. A mayor asistencia, menor autonomía.
Recargar la batería a golpe exclusivamente de pedal no es posible, al menos, en un tiempo razonable. La potencia media energética de un ser humano es de 0,15 kW brutos (0,05 kW netos, ya que el peso de las piernas cuenta), un deportista de alto rendimiento puede dar picos de 0,4 kW.
Se trata de que la batería nos ayude, no de que nos haga cicloculturistas o Indurains. Lo que sí sucede es que en un descenso prolongado la batería consiga una energía extra que amplíe levemente su autonomía. Y si se agota, pues a todos nos quedan las piernas, excepto si hemos subido un puerto de 1ª categoría sin entrenamiento.
Fuente | Terra.org, Página española de la bicicleta eléctrica