No es un torpedo pegado a la ventanilla. Este cacharro era mejor que un abanico cuando aún no se había inventado el aire acondicionado en los coches

No es un torpedo pegado a la ventanilla. Este cacharro era mejor que un abanico cuando aún no se había inventado el aire acondicionado en los coches
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Te montas en el coche y hace mucho calor, pero no pasa nada, en cuestión de segundos, el climatizador hace su trabajo y enfría el interior para que conduzcas a la temperatura que decidas.

Bien, pues no siempre ha sido así: hace décadas los coches no podían tener aire acondicionado, pero en los años 30 del siglo pasado alguien tuvo una idea para “climatizar” el interior de los coches.

No era lo ideal desde el punto de vista estético, pero funcionaba

Hoy por hoy, hasta el verano más caluroso se puede soportar perfectamente dentro de un coche. Hasta el modelo más barato del mercado lleva aire acondicionado de serie, aunque lo más habitual es que tengan ya climatizador automático, normalmente de dos zonas, pero los hay de cuatro zonas (y más). Por si no fuera suficiente, algunos coches también equipan asientos ventilados.

Damos por hecho que el aire acondicionado es tan imprescindible como el ABS, el ESP o los airbag. Y lo cierto es que es así, quizá no en Noruega, pero sí en países como España, donde el calor puede ser muy intenso una buena parte del año.

Por eso, ni siquiera es algo en lo que pensemos cuando vamos a comprar un coche nuevo, pero hubo una época en la que no existía el aire acondicionado en los coches y había que conducir con el mismo calor que hace ahora, así que a alguien se le ocurrió inventar algo que permitía tener relativamente fresco el interior del coche.

Willis Carrier inventó el aire acondicionado en 1902, pero hubo que esperar hasta 1939 para ver el primer coche con aire acondicionado. Fue un Packard y ofrecía este sistema de forma opcional; en la década de 1940, varias marcas ofrecieron el aire acondicionado, pero siempre con un extra y, por supuesto, no era barato.

La alternativa barata para combatir el calor dentro del coche fue un invento que se conocía popularmente como “enfriador de coches” o “enfriador de pantano”, en inglés “swamp cooler”. Sencillamente, era un aparato que permitía mantener el interior del vehículo relativamente fresco a través de la refrigeración por evaporación de agua, es decir, era un enfriador evaporativo.

Este dispositivo se montaba en el marco de la puerta del coche, justo encima de la ventanilla del pasajero delantero (o de una ventanilla trasera), que se dejaba parcialmente bajada para introducir una salida de aire en el interior del vehículo.

El aparato tenía un depósito de agua con un filtro en su interior y una gran entrada de aire por la que pasaba el aire caliente del exterior; ese aire evaporaba el agua del depósito y pasaba húmedo y, por lo tanto, más fresco, al interior por la canalización de la ventanilla del pasajero.

Empresas como Thermidor, Western Auto, Firestone o JC Whitney vendían este aparato, principalmente en Estados Unidos. Los más baratos dependían de que el coche circulase para que el aire evaporase el agua y entrase al interior del coche, pero hubo algunos tenían un ventilador eléctrico que movía el aire incluso cuando el vehículo estaba parado.

Normalmente, el depósito de agua tenía suficiente capacidad como para enfriar el coche durante dos o tres horas. Pasado ese tiempo, había que volver a rellenarlo. Lógicamente, cuanto más fría estaba el agua con la que se rellenaba el depósito, más frío entraba el aire al coche.

El sistema se hizo muy popular en ciertas zonas de Estados Unidos e incluso hubo empresas que lo alquilaban porque se podía quitar y poner en cuestión de segundos. Tampoco ocupaba mucho espacio, por lo que se podía llevar en el maletero y utilizarlo cuando el calor apretase.

En la década de 1960, el aire acondicionado en los coches se popularizó en Estados Unidos y el “enfriador de coches” se dejó de utilizar. Era más efectivo el aire acondicionado y no “rompía” la estética del vehículo.

Actualmente, algunos entusiastas siguen acoplando este sistema a sus coches clásicos, pero más por estética que por funcionalidad, de hecho, es fácil encontrar “enfriadores de pantano” a la venta completamente restaurados, aunque no son baratos.

Imagen: Doug Coldwell vía Wikimedia Commons

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