Peugeot RCZ R, prueba (parte 1)
Si me preguntan cuáles han sido los cinco mejores deportivos que he probado en 2014, seguro que el Peugeot RCZ R tendría un hueco en esa selecta lista, junto con coches con pedigree como los BMW M3 y M4 Coupé, el Audi S3, el SEAT León Cupra, el Subaru WRX STi o el Porsche 911 Turbo.
No está mal para tratarse de la primera versión realmente deportiva derivada del RCZ, un coche que en el resto de sus versiones, aparte del aspecto, poco o nada tiene de lo que yo considero que debe tener un deportivo. Desde que conduje el Peugeot RCZ R en el Circuito del Jarama a comienzos de este año, admito que tenía muchas ganas de conducirlo también en carretera en condiciones más reales que las que ofrece un circuito de carreras.
Su eficacia en pista me había asombrado. Cómo traccionaba, cómo frenaba, lo estable que era y cómo subía de vueltas ese pequeño motor 1.6 de 270 caballos. Aquel coche me demostró que para disfrutar y hacer buenos tiempos en pista no son necesarios más caballos que los que este tiene, sino que lo realmente necesario es que toda la puesta a punto del coche esté correctamente afinada para conseguir rodar en tiempos de vuelta rápida en cualquier track day.
En ocasiones una puesta a punto muy deportiva que funciona bien en circuito no lo hace igual de bien en carretera y uso diario. Así que nada mejor que tener el RCZ R en el garaje de Motorpasión una semana para comprobarlo.
El Peugeot RCZ R en el garaje de Motorpasión
Estéticamente el RCZ R tiene bajo mi punto de vista los detalles necesarios para que no se quede en una versión más del insulso RCZ. Las llantas específicas de 19 pulgadas, el faldón delantero de diseño deportivo, las ópticas oscurecidas y las pinzas de freno pintadas en rojo con el logotipo de Peugeot Sport podrían formar parte de cualquier paquete deportivo opcional de la gama RCZ R.
Pero si nos vamos a la trasera del coche, allí nos encontramos con que el alerón retráctil del resto de la gama ha dejado paso a un alerón fijo de considerables dimensiones que sí tiene una razón de ser: pegar la trasera al asfalto cuando el RCZ R rueda sacando todo el jugo a los 270 caballos de potencia. La trasera se completa con dos salidas de escape de gran diámetro a cada lado del coche. Vaya, parece que no es sólo tunning esto que vemos ante nosotros.
Estático e impasible, el semblante del RCZ R impresiona. Todo el mundo lo mira, como ocurría en su momento con el primer Audi TT, uno de sus rivales más directos. En marcha sus líneas fluidas y aerodinámicas hacen de el un coche con encanto. Pero lo cierto es que lo mejor lo descubres cuando te pones al volante.
Encontrar la posición de conducción perfecta es fácil gracias a los asientos backet con sus marcados apoyos laterales tanto en la banqueta como en el respaldo. Los asientos permiten configurar una posición de conducción muy baja, y por tanto es cuestión de cuatro movimientos de asiento y volante el encontrar la postura que buscas para pilotarlo.
En el uso diario, y como suele ocurrir con estos asientos de contornos tan marcados en coches muy bajos, subir y bajar de él no es todo lo cómodo que un jubilado podría esperar, pero no es un punto crítico porque luego los asientos son bastante benévolos con sus ocupantes en cuanto a confort se refiere.
No ocurre lo mismo con los de las plazas traseras, dos pequeños potros de tortura que sólo deberíamos utilizar en caso de extrema necesidad o con niños pequeños.
En estos tiempos en los que cada vez son más habituales los coches sin carácter, apagados y sosos, encontrarte con un deportivo que además te incita a conducirlo con alegría es algo que se agradece
Durante la semana que estuve utilizando el RCZ R como coche de diario, lo cierto es que el pequeño francés me hizo disfrutar mucho. En estos tiempos en los que cada vez son más habituales los coches sin carácter, apagados y sosos, encontrarte con un deportivo que además te incita a conducirlo con alegría es algo que se agradece.
Desde que giras la llave de contacto, el precioso sonido que se cuela en el habitáculo te incita a intentar llegar al trabajo un poco más rápido que el día anterior, algo que se acentúa por el carácter de su motor que si bien tiene bajos incita a llevarlo por encima de 4.000 RPM y por una caja de cambios de seis velocidades con un tacto impecable que invita a jugar con ella a cada momento.
Como coche de diario, el único punto negativo tal vez sean las suspensiones, demasiado duras y rígidas, que apenas filtran las irregularidades del asfalto trasladándolas directamente a tu espalda y cuello. Los consumos en ciudad, no suelen pasar de 10 l/100 km incluso rodando a ritmo alegre, así que este no es un punto crítico. Además el maletero tiene 320 litros de capacidad, con lo que la polivalencia queda más que demostrada.
Una escapada nocturna cuando nadie nos ve
Una noche mientras el RCZ R descansaba en mi garaje, una intensa tormenta de lluvia y viento golpeando contra mi ventana me despertó a las 3 AM. Me desperté tan alterado que pasada una hora no conseguía volver a quedarme dormido, ayudado también por los incesantes truenos que retumbaban a lo lejos.
En plano insomnio, comencé a pensar en lo mucho que me estaba gustando el RCZ R y en lo bien que lo habían hecho los chicos de Peugeot Sport a la hora de ponerlo a punto. Entonces se me ocurrió una idea, tal vez un tanto alocada, pero no descabellada. ¿Qué tal una vuelta nocturna en el RCZ R?
Me puse unos pantalones vaqueros, cogí un abrigo que tenía a mano y con sigilo salí de la habitación para que nadie se diese cuenta de que le iba a ser infiel con el pequeño deportivo francés. Giré la llave de contacto y el sonido del motor me dejó claro que iba a ser complicado salir de casa con el sigilo que deberíamos. El coche hace ruido dentro y fuera, más del habitual como mandan los cánones en un deportivo, pero en ningún caso es un sonido escandaloso. Simplemente suena como tiene que sonar.
La lluvia cae con fuerza incesante, y las calles están literalmente desiertas. Los semáforos parecen haberse alineado para crear una estela verde que me permitió atravesar la ciudad en una décima parte de tiempo del habitual, enlazando una tras otra las marchas mientras jugaba con los 330 Nm de par que están a nuestra disposición desde poco antes de las 2.000 RPM y hasta pasadas las 5.500 RPM.
Continuará...