Al volante muchas veces no somos conscientes de que lo único que nos mantiene pegados al asfalto son los neumáticos. A veces cuando quedamos sorprendidos por lo bien que se adhiere a la curva nuestro vehículo, pareciendo ir ‘sobre raíles’, no somos conscientes que los neumáticos tienen gran parte de culpa.
Para lograr ese comportamiento se han invertido muchas horas de trabajo y muchas pruebas. En realidad, la competición no deja de ser un laboratorio de pruebas en el cual se aplican todas las innovaciones y cuando se logra en cualquier disciplina de la misma una gran victoria, detrás hay un gran neumático que es muy probable que salga a la calle.
Las fases a superar en un neumático de competición
A la hora de desarrollar un neumático los ingenieros, sobre todo en la competición, se enfrentan a varios retos que deben sortear con solvencia: la dureza, la durabilidad y el agarre. Para lograrlo, un neumático debe incluir todas las citadas prestaciones de manera equilibrada que incidirán en su compuesto y diseño.
La dureza, la durabilidad y el agarre son los retos que debe cumplir de manera equilibrada un neumático
Antes de la puesta en escena de un neumático de competición, este debe pasar varias fases en su proceso de I+D+i, que son: investigación, prueba en máquina, prueba en coche y competición.
En la fase de investigación se analizan las diferentes necesidades que debe cumplir el mismo. Para ello, los ingenieros realizan tareas de investigación y exhaustivos cálculos, que posteriormente son probados en los simuladores. Precisamente, estos equipos son capaces de aplicar ciertas variables sobre el neumático de manera virtual, a la vez que dan una respuesta aproximada.
Una vez realizado los cálculos y obtenidas las diferentes soluciones de manera virtual, es hora de testearlo. En este momento es cuando se fabrican los neumáticos con los compuestos y tecnologías creadas para ponerlos a prueba al límite de sus prestaciones con el objetivo de medir sus resultados.
Toda vez que se han completado los cambios, teniendo en cuenta las pruebas de laboratorio, es cuando se equipa en un coche. En esta parte es cuando se montan en el coche de competición para probarlo en circuito cerrado y así, poder comprobar su resistencia hasta lograr una optimización del producto final.
Poner a prueba un neumático de competición permite jugar con las diferentes variables posibles que hagan el neumático perfecto
Una vez que se ha logrado el equilibrio entre sus prestaciones, es cuando se realiza la prueba en condiciones reales comprobando su comportamiento ante: cambios de velocidad, curvas cerradas, giros bruscos, climatología, optimización del consumo, entre otras situaciones. Precisamente estas situaciones son las que debe superar.
Poner a prueba un neumático de competición permite jugar con las diferentes variables posibles que hagan el neumático perfecto.
Son muchas y de lo más variadas las carreras que componen las competiciones y donde se aplican variaciones con el objetivo de obtener el resultado deseado.
Al trabajo en pista del neumático se añade el análisis del neumático poscarrera, donde se efectúa una disección del mismo para analizar cómo han respondido cada una de las capas internas y los diferentes elementos que conforman el neumático.
¿Cómo es el paso de un neumático de competición a uno de calle?
Tras haber cumplido con los pasos anteriores, son los fabricantes los encargados de adaptar las novedades del neumático de competición en el de calle. Para lograrlo deben pulir diferentes parámetros, que permitirán unas transferencia de tecnologías de la pista a la calle.
Es habitual que los distintos fabricantes cuenten en su gama de producto con modelos que hayan sido fruto de un desarrollo base en la competición. Tal es el caso de la gama Pilot de Michelin, cuya tecnología Michelin Racing Synthetic Elasstomers (MRSE) reduce el tiempo que tarda la cubierta en alcanzar la temperatura ideal de utilización. Una medida que ha sido trasladada al coche de calle.
¿Dónde se encuentran los avances en un neumático de calle?
Otro ejemplo de la tecnología del neumático de competición a la hora de trasladarlo a la calle se encuentra en los neumáticos que se equipan a los coches que participan en la disciplina de los raids. Principalmente en el Dakar, donde se desarrollan neumáticos para el segmento de los 4x4 con tecnologías que no solo refuerzan la dureza de los flancos sino que también evitan la incrustación de piedras en su banda de rodadura.
Otras de las evoluciones importantes se encuentran en las continuas mejoras en el diseño del dibujo de la banda de rodadura con el fin de proporcionar la mejor adherencia en todas las condiciones climatológicas posibles. De tal manera que, estos continuos avances en el dibujo mejoran a diario las prestaciones de adherencia sobre mojado, gracias a diseños que permiten una excelente evacuación del agua, sin que por ello haya que renunciar notablemente a la superficie de contacto con el suelo.
Aunque en la calle las exigencias de los neumáticos no son las mismas que en competición, gracias a todo lo aprendido en las distintas disciplinas deportivas del motor, los fabricantes que participan en ellas y que montan como equipo de serie los modelos de Toyota, son capaces de hacer compuestos para sus distintos modelos con un mayor agarre, un dibujo más óptimo que ofrezca un mejor compromiso en seco y en mojado y que sobre todo mejoren la experiencia de conducción, siendo capaces de comunicar al conductor a través del volante todo lo que acontece en la calzada.
Toda esta inversión en competición tiene sus frutos en el neumático de calle que montan los Toyota. Detrás de todo el trabajo hay horas y horas de intentos fallidos para lograr un resultado final óptimo.