A mitad del pasado año 2016 probábamos la cuarta generación del Toyota Prius. Un modelo que ha marcado un antes y un después en la eficiencia y en la movilidad en reducidas emisiones. Ahora, unos 8 meses más tarde nos ponemos a los mandos del nuevo Toyota C-HR, un modelo de vital importancia para Toyota que sigue al pie de la letra la el protocolo del Prius en cuanto a eficiencia, pero también por su diseño llamativo, funcional e innovador. Tampoco faltará la máxima seguridad activa y pasiva.
El Toyota C-HR es un coche totalmente nuevo que toma la plataforma del Toyota Prius, aunque con unas cotas diferentes, utilizando el mismo propulsor.
Podríamos decir que el Toyota C-HR es el Prius de los crossovers, y la verdad es que a nivel de eficiencia y suavidad de conducción son muy parejos, aunque no por ello significa que sean dos coches idénticos porque entre ambos, como veremos, hay muchas diferencias.
A la hora de adquirir un Toyota C-HR podemos decantarnos por tres niveles de acabado, que son Active, Advance y Dynamic Plus. Las prestaciones serán idénticas, utilizando estas tres versiones el mismo propulsor híbrido de 122 CV, exceptuando la leve variación que podamos encontrar por disponer de llantas de 17 o 18 pulgadas, algo prácticamente inapreciable. Toyota es el referente en coches híbridos, y esto se refleja en el C-HR.
Exterior
Antes de arrancarlo haremos una revisión del coche en estático y, cómo no, empezaremos por su exterior. La imagen del frontal es, como vemos en las imágenes, robusta y diferenciadora, pero también tecnológica y urbana. La pizca de robustez la pondrán las protecciones inferiores y las bocas de aire, la diferenciadora correrá a cargo de la pintura bitono y sus generosas llantas; mientras que los ingredientes tecnológicos y urbanos correrán a cargo de su iluminación Full LED y de las formas generales de su carrocería.
Al igual que en el Toyota Prius, el C-HR busca con su diseño, además de una imagen “con gancho” y muy futurista, una baja resistencia aerodinámica que le permita reducir los consumos de combustible y emisiones contaminantes, y es que, en este apartado, cada gota cuenta para Toyota.
De este modo vemos una silueta muy poco habitual en los coches del mercado. Por un lado tenemos un capó elevado, característica de los crossovers, pero por el contrario las formas de la carrocería son suaves con un parabrisas muy “tumbado” y una suave caída del techo que finaliza en un alerón posterior. Detrás aparece la luneta trasera, más horizontal que vertical, y que muere en un segundo spoiler. En esta zona, manteniendo la vista lateral, se aprecia el ejercicio de diseño en los pilotos de luces.
Como vemos, el costado cuenta con fuertes líneas de tensión para aumentar el carácter. También nos llamará la atención la manilla de apertura de las puertas traseras y, cómo no, el acabado bitono de la carrocería que aumentará la imagen de coupé que trata de transmitirnos el Toyota C-HR.
Cambiamos de perspectiva y nos situamos justo detrás del crossover híbrido, donde continúa palpándose el ejercicio de diseño realizado por Toyota. De arriba a abajo, seguirá sorprendiéndonos el gran alerón de color negro, pero nuestros ojos apuntarán principalmente a las estilizadas luces posteriores de tipo boomerang. En el portón nos encontraremos con una forma trapezoidal muy marcada. La zona inferior está marcada por el color negro del paragolpes a modo de difusor y el antinieblas central.
Interior
Si el exterior te ha parecido novedoso, el interior no será menos. Nos sentamos en el asiento del conductor y comenzamos a inspeccionar, pero antes de cerrar la puerta nos daremos cuenta del tapizado de la misma, con detalles en negro y azul. Este segundo color será el encargado del contraste, apareciendo también como una línea continua que recorre aproximadamente la mitad de las puertas delanteras y el salpicadero, bordeando la pantalla táctil principal.
Y ya que hablamos de la pantalla principal, podemos apreciar que se encuentra a una elevada altura y ligeramente orientada hacia el conductor. Esto es todo un acierto, ya que no entorpecerá en absoluto la visión de la carretera y, además, nos permitirá ver las instrucciones del navegador Toyota Touch 2 & Go y manejarla sin apenas desviar la mirada de la carretera. Si te preguntas por sus dimensiones, es de 8 pulgadas.
El cuadro de instrumentos está compuesto principalmente, como en otros modelos híbridos, por un dial en el lado izquierdo para la información instantánea del conjunto propulsor, otro dial al lado derecho que nos muestra la velocidad y, entre medias, una pantalla a color que nos mostrará las informaciones de abordo deseadas de una forma clara. Dicha pantalla se gestiona mediante los mandos del volante; un volante que, por su parte, ofrece un diámetro y grosor adecuados, así como un tacto muy agradable. Acepta regulación en altura y profunidad.
En el túnel central nos toparemos con tomas USB y AUX, huecos portabotellas y, claro, la palanca del cambio. En este caso el Toyota C-HR trae consigo una palanca más tradicional y de movimiento longitudinal, algo que no será ningún impedimento. Más atrás se ubica el freno de estacionamiento eléctrico y un botón para el modo EV. También tendremos un práctico reposabrazos central con un generoso hueco y toma de mechero en su interior.
Respecto a los asientos, son multirregulables y, en el caso del conductor, se puede ajustar el apoyo lumbar. En las plazas delanteras nos ofrecen calefacción (de serie en la unidad probada) y sus reposacabezas, aunque imitan el diseño de ser fijos, son ajustables. Espacio no faltará en estas plazas delanteras, siendo lo bastante holgadas incluso para personas muy corpulentas y de gran altura.
Pasamos a las plazas posteriores. Por el diseño de las puertas y la carrocería, en las fotos puede parecer que estemos ante una segunda fila de asientos algo ajustada. Es cierto que no serán tan amplias como en el Toyota Prius, pero las personas de 1,85 metros de altura no tendrán problemas de espacio, ni para las piernas ni para la cabeza. La butaca central será utilizable y, al eliminar el túnel de transmisión, los pies no sufrirán. Eso sí, no llegará al nivel de confort de las laterales, siendo mejor reservarla para casos puntuales o niños.
Las calidades de los distintos mandos y elementos son muy buenas, incluso nos atreveríamos a decir que superiores a las del Prius. Las partes altas y medias del salpicadero así como buena parte de las puertas, tienen materiales blandos que serán atractivos tanto visualmente como al tacto. Además, tampoco aparecen crujidos cuando los presionamos. En este sentido, un trabajo intachable.
Maletero
Llega el momento de comprobar el maletero. Abrimos el portón eléctrico y nos percatamos de… ¿un altavoz? En efecto. Esta unidad dispone del equipo de sonido JBL con amplificador de 8 canales y 576 vatios y nada menos que nueve altavoces siendo éste uno de ellos, el subwoofer.
Pero vayamos a lo realmente importante, la capacidad de carga. Dispondremos de un volumen total, medido hasta la bandeja, de 377 litros. No es tan importante el dato en sí sino, como vemos en las imágenes, las formas tan cúbicas que nos permitirán aprovechar cada centímetro cúbico del mismo. Será una gran ventaja, especialmente cuando carguemos maletas. Si levantamos el piso nos encontramos con un kit de reparación de pinchazos, que ahorra costes y espacio.
Equipamiento
Decíamos al comienzo de este artículo que este modelo tiene la misma plataforma que el Toyota Prius, pero que no por ello sería un coche similar. Por si no hemos visto ya pocas diferencias de uno a otro, el Toyota C-HR ofrece tres niveles de equipamiento en lugar de estar disponible con un equipamiento cerrado como su compañero de gama.
El acabado de acceso, desde 24.750 euros, es el Active, que ya trae consigo lo siguiente: llantas en 17 pulgadas, sensores de luz y lluvia, frenada de emergencia automática con detección de peatones, aviso de cambio involuntario de carril, reconocimiento de señales, luces largas automáticas, cámara de marcha atrás, ayuda al arranque en pendiente, pantalla táctil de 8 pulgadas, Toyota Touch 2, arranque sin llave, climatizador bizona y 7 airbags, entre otras cosas.
El acabado intermedio es el Advance, que parte de los 25.500 euros y suma al anterior: llantas en 18 pulgadas, cristales posteriores oscurecidos, aparcamiento automático, purificador del aire, asientos delanteros con calefacción y elevalunas con función “un toque” en las cuatro ventanillas.
El tope de gama será el Dynamic Plus, el que hemos probado, con un precio de 29.000 euros. Añade la pintura bitono con techo negro, control de crucero adaptativo, faros delanteros Full LED, antinieblas de LED y luces posteriores de LED, alerta de tráfico cruzado trasero y el equipo de audio premium firmado por JBL con nueve altavoces.
Comportamiento
Antes os describíamos el vehículo en modo estático, pero ahora ha llegado el momento de entrar al puesto del conductor con el mando del coche en el bolsillo, ajustarnos los mandos y el asiento, pisamos el freno y tocamos con el dedo índice el botón de “Power” ubicado a la derecha del volante.
Decíamos que el Toyota C-HR era el Prius transformado en crossover y en estas líneas vamos a descubrir si realmente es igual de eficiente, cómodo y eficaz que su hermano de gama. Es un crossover, por lo que, en teoría, debería ser menos dinámico y mucho menos ahorrador. Te adelantamos que la teoría no siempre se refleja en la práctica.
Ya comentamos antes que el puesto de conducción es cómodo y las múltiples regulaciones de asientos y volante nos permitirán encontrar rápidamente nuestra postura adecuada. Ajustamos también los retrovisores, indicamos al navegador nuestro lugar de destino y nos disponemos a iniciar la marcha. La visibilidad delantera es muy buena y la pantalla no molestará en ningún momento, aunque es cierto que la visibilidad hacia atrás es mejorable por el diseño de la carrocería. No se puede reunir siempre absolutamente todo.
Como en todos los híbridos de Toyota, arrancar el sistema propulsor significa continuar en absoluto silencio. Ponemos la palanca del cambio en posición D y el Toyota C-HR comienza a desplazarse lenta y suavemente, sin un solo ruido y sin vibraciones. Si nunca se ha conducido un coche híbrido es una experiencia muy agradable y también curiosa cuando no se está acostumbrado.
Así es el sistema propulsor
A nivel mecánico, como ya sabéis, este crossover cuenta con un motor térmico y otro eléctrico. El motor de gasolina es un 1.800 tetracilíndrico que incorpora culata con doble árbol de levas y 16 válvulas. Éste desarrolla una potencia máxima de 98 CV a 5.200 rpm y un par motor de 142 Nm a 3.600. La parte eléctrica genera una potencia de 72 CV y un par de 163 Nm. La potencia del conjunto se cifra en 122 CV. El sistema propulsor es exactamente el mismo que el utilizado por el Prius.
La sociedad de ambos propulsores permite, según la ficha de homologación, una velocidad máxima de 170 km/h y un 0 a 100 km/h en 11 segundos. Mientras tanto, homologa unos consumos de 3,5 litros a los 100 km en recorridos urbanos, 4,1 litros en extraurbanos y un combinado de 3,9 litros a los 100. La principal ventaja de los híbridos es que el consumo urbano, donde los coches tradicionales más gastan, son más reducidos que en vías rápidas.
De la transmisión se encarga el cambio automático de tren epicicloidal, que nos garantizará que nunca cambiaremos el embrague ya que se permite el lujo de prescindir de él. La energía del sistema propulsor posteriormente pasa a las ruedas del eje delantero, no existiendo la opción de contar con tracción a las cuatro ruedas.
En la vida real
Los datos técnicos pueden gustar más o menos, pero seguro que lo que más estás esperando son nuestras sensaciones en una conducción real. Empezamos por los consumos, donde este coche ha demostrado que no existen barreras para Toyota.
Pese a quedar por encima de los datos homologados, nuestros registros han sido convincentes, especialmente en recorridos urbanos y hablando siempre de una conducción normal y relajada. En la ciudad gastó 4,4 l/100 km, mientras que el consumo medio al final de nuestra prueba ha sido de 5,5 litros. Cierto es que la mayor parte de trayectos han sido por autovías y autopistas.
Respecto al funcionamiento del propulsor y la caja de cambios, podemos decir que prima ante todo la suavidad y el confort de marcha. Su configuración está orientada al uso urbano, donde las arrancadas y maniobras no serán algo a temer ya que inicia la marcha suavemente. Las aceleraciones también serán muy progresivas, aunque es cierto que cuando pisamos el acelerador a fondo el sonido del 1.8 se hace notar en el habitáculo. Esto normalmente solo ocurrirá en adelantamientos y cuestas muy pronunciadas.
Siempre y cuando la batería tenga carga y circulemos a baja velocidad, podemos desplazarnos sin emitir una sola partícula de cualquier gas por el escape, al igual que tampoco consumiremos ni una gota de combustible. Para ello debemos pulsar la tecla EV mode que se encuentra en el túnel central. Lo ideal es recurrir a ella en entornos cerrados o en desplazamientos urbanos. De esta forma podremos recorrer unos 3 kilómetros aproximadamente, dependiendo de nuestro tacto con el pie derecho.
Un chasis muy polivalente al que no se le atragantan las curvas
El Toyota C-HR sorprende por su agilidad y la contención de las inclinaciones a ritmos elevados. Podemos “darnos unas alegrías” entre curvas sintiéndonos cómodos, con confianza y con seguridad. En este caso es recomendable seleccionar el modo de conducción deportivo, que aumenta las retenciones y la sensibilidad del acelerador además de endurecer la dirección.
Pero más aún nos sorprende que los ingenieros de Toyota hayan logrado que, aún “sujetando” tan bien la carrocería en tramos de curvas, el crossover se muestre realmente confortable en ciudad, algo que corroboramos en cada paso de peatones con resalto, y en vías rápidas. El compromiso conseguido en este sentido es muy gratificante, ya que es un coche muy cómodo en todos los hábitats, sin rebotes de la suspensión y sin inclinaciones de carrocería. Tal vez la parte más sorprendente de su conducción.