Todo lo que sube acaba bajando. Si la herencia de la Revolución Industrial, extendida a lo largo del siglo XX, fue confiar a las máquinas la mayor productividad, tal y como satirizó Chaplin allá por 1936, ahora Toyota comienza a darle la vuelta a la tortilla en sus factorías. Han comenzado por Honsha, en Japón, pero previsiblemente irán avanzando en su desrobotización.
La razón es tan simple como sorprendente: en Toyota están cansados de revisar los errores que acarrean los robots. Los resultados de Estados Unidos durante 2008 sirvieron para que la firma cambiara el rumbo: 10.000 unidades que pasaron a la Historia bajo el nombre del caso Pedalgate.
En Japón los robots se cuentan como las rupias en India: por centenares de millar. Un total de 309.400 robots dan sentido a una industria fuertemente automatizada, pero eso puede estar próximo a cambiar. Desde hace tres años, Mitsuru Kawai, presidente de Toyota, ha vuelto a introducir personal cualificado en sus líneas de producción. Y sí, ha mejorado la productividad.
No podía ser de otra manera. Cuando Kawai entró en la firma, conoció un entorno laboral en el que los trabajadores más expertos eran considerados dioses, kami-sama en japonés (y no, no es el personaje de 'Dragon Ball'). Sucedió entonces que se quiso dar poder a las máquinas para que esos dioses pudieran concentrarse en mejorar el producto. Ah, pero la realidad hizo evidente que los robots no estaban a la altura de los kami-sama.
De momento, Kawai ha comenzado por humanizar la división de forjado de Honsha, donde ahora son personas quienes le dan duro al martillo para fabricar los cigüeñales de los motores. De ahí ha salido un ahorro que se ha traducido en un 10 % menos de residuos, y ese ahorro —asegura el presidente de Toyota— se trasladará a la producción del próximo Toyota Prius. Y este es sólo el primer paso...