Para el Salón de Ginebra contaremos con el estreno de un modelo que anticipa al coche del futuro. No sabemos qué lo mueve, pero eso no importa, lo que cuenta en esta ocasión es el nivel de tecnología que aporta el coche y que nos hace guardar esperanza en eso de mantener la emoción de conducir.
El BMW Vision Connected Drive es un estudio de diseño en el que el conductor es el protagonista absoluto, y si lleva pasajero, es en el mismo plan que un motociclista que lleva a alguien en el sidecar. Además, es un modelo pensado para interactuar con el entorno en un sentido amplio.
Diversos sensores captan la realidad del tráfico y ayudan al conductor a tomar decisiones mediante realidad aumentada (impresiones sobre el parabrisas en HUD) y al intercambio de datos con redes inteligentes, como coche a coche o coche a infraestructura. Por ejemplo, aviso de coche averiado más adelante, atasco, accidentes, etc.
El copiloto puede ser un asistente que, sumado al navegador, colabore en que el conductor vaya más atento a lo que tiene que ir, y tenga a un auténtico copiloto, no un mero pasajero. En función de por dónde circule el coche o incluso el estado anímico de los ocupantes, el coche cambia de color de luces exteriores.
El diseño es muy futurista, pero creo que han exagerado las tomas de aire del frontal porque quedan muy grandes respecto a los faros y porque cada vez hay menos cosas que refrigerar en un coche. Si nos ponemos conspiranoicos, puede que el siguiente BMW Z4 tenga algo que ver con este prototipo.
Atrás quedaron los tiempos en que solo estaba un conductor, una máquina y la carretera. Según se va masificando el tráfico, eso ha ido quedando más y más en el olvido. Los nuevos tiempos son así, con un exceso de información e interactividad en la que los coches deberían colaborar para hacer la tarea más llevadera.
