He podido probar los Jetta más interesantes de la gama, los TSI y TDI con cambio manual y automático DSG de 140 CV de potencia. No quiero anticipar las conclusiones, eso vendrá después. Cada planteamiento es bastante interesante, aunque hay uno que lo está por encima de los demás, en mi opinión.
¿Qué decir del comportamiento del coche? Resumiendo en un sólo adjetivo: fantástico.
Conducción y dinámica
Por un lado tenemos al motor 1.4 TSI. Con una modesta cilindrada de 1.390 cm3, este propulsor consigue dar 140 CV de potencia y un par máximo de 220 Nm disponibles entre 1.500 y 4.000 RPM, logrando un confort y respuesta inéditas en un motor tan pequeño. También existe una versión de 170 CV, y no se trata de un motor gastón ni mucho menos. La mejor tecnología Volkswagen en gasolina está contenida en este motor.
Para no entrar en profundidad en el funcionamiento de este propulsor, os remito a una entrada anterior. Es capaz de alcanzar 207 Km/h (la misma punta que el 2.0 TDI) y alcanzar 100 Km/h desde parado en 9,3 segundos, mismo tiempo que emplea la transmisión DSG. Al disponer del par máximo en un amplio abanico de revoluciones, hay menos necesidad de cambiar y aumenta el placer de conducción, y esto no es marketing.
Aunque circulemos en una marcha larga, basta con pisar un poco más, que actue la sobrealimentación casi al instante y el motor “sale”. Puede dar la impresión de que sobran marchas en el cambio de 6 velocidades, por que muchas veces no es necesario cambiar. En 4ª manual el adelantamiento se resuelve muy rápido, 6 segundos y medio.
Con el DSG, la maniobra prácticamente tarda lo mismo, aunque baja a 3ª. Se compensa con revoluciones altas el par máximo que entrega a bajas y prácticamente es el mismo resultado. Es más eficiente hacer la maniobra en 4ª. Nunca se queda quieto como los atmosféricos, siempre acelera, aunque vaya muy bajo de vueltas. Como mucho se nota un pequeño ronroneo que desaparece pronto.
Antes de hablar de consumos, os comento el rival diesel. Poco se puede decir ya de este motor, el 2.0 TDI de 140 CV. Rudo y rumoroso (menos que el 1.9 TDI), pero con una considerable patada desde 1.750 RPM y un tirón que embriaga. Sus 320 Nm de par entre 1.750 y 2.500 RPM pegan al asiento y nos hacen olvidar momentáneamente que conducimos un turbodiesel.
Estirable hasta más allá de las 4.000 RPM, es uno de los TD más apetecibles de esta potencia, si bien peca de ser menos refinado que sus oponentes common-rail. Vibra más en frío y acelerando desde parado, momentos en los que no es tan agradable.
Sólo necesita 9,7 segundos para pasar de 0 a 100 Km/h e iguala la velocidad punta del TSI. Recorre desde parado un kilómetro en 30,9 segundos, un suspiro más de lo que tarda el TSI, y en cuanto a la maniobra de adelantamiento, la liquida en casi el mismo tiempo que el gasolina, manual o automático.
Casi se podría hablar de empate técnico en prestaciones, pero no, me temo que la victoria se la adjudica el gasolina por su mayor elasticidad y por que es menos rumoroso, silencioso hasta rozar lo insultante y no hay mucha diferencia en consumos.
El consumo real del TSI con cambio manual es 6,5-7 litros de gasolina, subiendo casi un litro con el cambio automático DSG, que como recuerdo, es de dos embragues y dos ejes secundarios, que cambia de marchas tremendamente deprisa con mucha suavidad. El TSI manual puede sacar a un depósito entre 846 y 785 kilómetros, y el TSI DSG en torno a 700 kilómetros. El aumento de consumo (8 l/100 Km) es una minucia considerando el placer que ofrece conducirlo.
En cuanto al TDI, el consumo se puede cifrar tranquilamente entre 5,2 y 5,4 litros de gasóleo, en torno a 1.000 kilómetros por depósito o más. Con una conducción menos económica, pues 6,3-6,5 litros, sigue estando muy contenido. Si hablamos del TDI DSG, el consumo es más o menos a partir de 6 litros. Con el DSG es muy sensible el gasto de combustible al tipo de conducción que se realiza, pues la caja busca siempre sacar el máximo partido al motor. Una aceleración más exigente alarga el uso de marchas cortas o reduce el uso de las largas.
El motor TSI es delicioso, embriagador… Con el cambio DSG, salvando el hecho de que apura un poco las revoluciones bajas y va como un diesel, siendo un poco áspero, siempre tenemos lo mejor del motor disponible al pie derecho. Y si abusamos de esa virtud, el consumo se nos puede ir tranquilamente 2-3 litros más arriba. Ahí el diesel roba la cartera al TSI por que su consumo es menos sensible al uso.
El TDI no casa tan bien con el DSG por la aspereza que provoca el motor a bajas vueltas, o estando próximos a la detención, pues el sistema está falto de suavidad. Las transiciones de cambio son casi instantáneas, automáticas o con palanca/levas, ahorrándonos tirones típicos de turbodiesel en fases de aceleración. Prefiero la combinación TDI+DSG que la combinación TDI+Multitronic que he probado en otra ocasión. Eso sí que era aspereza, pero hablo de ese mismo motor; los TDI de alta cilindrada son insultantemente suaves.
En resumidas cuentas, el DSG es la mejor manera de dejar el tabaco cambio manual, pues suma lo mejor de ambos mundos. Del cambio manual no hay quejas, pues la palanca tiene un guiado exacto y carece de un tacto impreciso o mecánico, de las mejores del mercado.
De los dos motores, me quedo con el TSI para kilometrajes moderados y una utilización más agradable y divertida, y el TDI para kilometrajes superiores y un compromiso mayor entre bajo consumo y prestaciones, pues prácticamente son calcadas, con leve ventaja para el TSI. Las cuatro combinaciones gasolina/diesel y manual/automático son muy satisfactorias y recomendables dentro del segmento sin ninguna reserva.
El ruido aerodinámico y de rodadura camufla el sonido del motor tanto en gasolina como en gasóleo, solo que el TSI es menos perceptible. En autopista es una delicia no oir el sonido del motor a ritmos legales, pues el TSI circula a menos de 3.000 RPM y el TDI a poco más de 2.200, y el aislamiento es bueno. Pisando a fondo el TSI puede hacer ruido, pero menos que un 2.0 atmosférico y evidentemente menos que el diesel.
Los dos propulsores tienen la característica común de que en conducción tranquila pueden conseguir unos consumos de escándalo, pero que cuando son necesarias agallas para adelantar, hacen del Jetta toda una bala resolviendo este tipo de maniobras, poniendo contra las cuerdas sobre todo a sus rivales con motores de gasolina atmosféricos de más cilindrada, más lentos. Es como tener un motor más de reserva.
Del Jetta como coche, decir que es virtualmente como conducir un Golf. La diferencia se puede notar a un ritmo muy fuerte, desconectando el ESP y con cierto peso en el maletero, en condiciones normales, un conductor normal no encuentra diferencias. Dirección muy precisa y agradable, cambio de lujo, frenada contundente y estable, pedales bien ajustados… El comportamiento del Golf es excelente y el Jetta no es menos.
Los modelos Advance tienen una suspensión deportiva endurecida, que no penaliza el confort del coche apenas, pero minora los escasos balanceos de la carrocería (en Trendline) y aumenta la eficacia en curva. Si hay un compromiso perfecto entre estabilidad y confort, el Golf/Jetta se acerca muchísimo, incluso más que el Ford Focus, recientemente analizado en esta misma Web. La suspensión en algunas circunstancias es un poco incómoda, como en asfaltos deteriorados o tramos de autopista recorridos por encima de los límites legales con un firme de segunda categoría.
El coche da muchísima confianza y negocia las curvas con decisión y nobleza. La velocidad de paso por curva se puede hacer inconfesable en determinados puertos de montaña, es alucinante lo bien que se agarra y la ausencia de movimientos parásitos.
Probado con Michelin Energy, Hankook Ventus Prime (ver foto) y Continental Sportcontact 2 (17 pulgadas), el coche mantiene las formas, cambiando sobre todo sonoridad y consumo. Las Michelin y Continental me gustaron más, aunque con las últimas, se acusaba un poco más la tendencia sobreviradora del coche en giros muy veloces en poco espacio, pero hablamos de conducción rápida.
El Jetta empieza a ser inestable a ritmos muy fuertes, más allá de donde aconseja la prudencia, y al fin de cuentas no es ningún deportivo, aunque se acerque mucho. Si queremos una berlina que vaya literalmente sobre raíles, ya hay que mirar un BMW Serie 3, Subaru Impreza, etc.
Se le perdonan los levísimos balanceos de carrocería, pues el conjunto es estupendo. El comportamiento del Jetta me encantó y poco más puedo decir al respecto. El balance entre razón y pasión está muy conseguido con este coche, y pocos fabricantes saben encontrar este punto. Conduciendo el Jetta me sentí muy seguro, tanto en utilización normal como buscando su límite, pues el ESP de serie demostró ser un buen aliado y todo un aval de seguridad activa.
En el próximo post, conoceremos los dos acabados posibles y sus posibilidades. También veremos que la seguridad pasiva del coche está a la altura de su seguridad activa.