De cómo Juan Manuel Fangio fue secuestrado por la revolución cubana y terminó siendo recibido con honores por Fidel Castro
Juan Manuel Fangio era una gran estrella del deporte mundial. Vigente campeón del mundo, en aquel 1958 ya acumulaba los cinco títulos de Fórmula 1 con los que terminaría su carrera deportiva, y que durante casi medio siglo le mantuvieron como el piloto más laureado de la historia. El Gran Premio de Cuba estaba hecho exclusivamente para él.
Sin ser parte del mundial de Fórmula 1, el Gran Premio de Cuba estaba diseñado exclusivamente para que el dictador Fulgencio Batista pudiese hacer la foto propagandística en el podio junto a Fangio. En 1957 el plan le funcionó, y la imagen de Batista entregándole la copa a Fangio abrió todos los periódicos. Pero para 1958 el Movimiento 26 de Julio le robó al icono.
"Los rebeldes tenían una causa noble detrás de mi secuestro, y como tal debía apoyarlo"
"Disculpe, Juan, me va a tener que acompañar". No son las palabras corteses con las que habitualmente empieza un secuestro, pero es que el de Fangio no fue un rapto usual. Manuel Uziel, miembro del movimiento revolucionario 26 de Julio, apretó una pistola contra la espalda de Fangio en pleno hall del hotel Lincoln de La Habana.
Sir Stirling Moss, otro mito de la Fórmula 1, presenciaba atónito la escena, junto a algunos mecánicos del gran circo que estaban tomando algo. Acababan de secuestra a Juan Manuel Fangio ante sus narices. Cuenta Moss que fue el propio 'Chueco' quien aceptó su destino y con un "Vamos" se resignó a su suerte.
Era el sábado previo a la carrera, y Fangio había clasificado en la primera posición de la parrilla de salida del segundo Gran Premio de Cuba de Fórmula 1 de la historia. Con su Maserati, iba lanzado a repetir triunfo y volver a recibir la copa de ganador de las manos de Batista, pero el Movimiento 26 de Julio cambió la historia.
Lejos de lo que podría ser un secuestro usual, lo primero que hicieron los raptores fue pedirle disculpas a Fangio. Le explicaron que no era nada personal contra él ni contra Argentina, que no pensaban hacerle daño y que todo era contra Batista. "Si es por una buena causa, no tengo problema por estar aquí", dijo Fangio. Fueron a la casa de uno de los secuestradores, le prepararon la cena y le dejaron dormir en la mejor cama.
"Como nos descubran estamos muertos", decía uno de los secuestradores durante el viaje en coche por una ciudad ya plagada de policías que les buscaban. Fue el propio piloto argentino quien propuso un plan que consistía en taparse con algún abrigo para que no le pudiesen ver por las ventanillas del coche, pero los secuestradores eran tan poco profesionales que ni siquiera tenían.
A la mañana siguiente los secuestradores le propusieron a Fangio ver el Gran Premio de Cuba, pero este lo rechazó. La carrera fue una tragedia. Algún coche empezó a perder aceite y dejó la pista muy resbaladiza. Hubo varios accidentes, y en uno de ellos Armando García Cifuentes perdió el control de su Ferrari.
Chocó contra una zona en la que había centenares de espectadores disfrutando de la carrera. Hubo seis fallecidos y más de 40 heridos. Muchos pilotos se bajaron de sus monoplazas para echar una mano en la atención médica, pero ni aún así el régimen paró la carrera hasta muchos minutos después, cuando la situación ya era insostenible. Declararon a Moss ganador.
Fangio siempre creyó que los secuestradores, indirectamente, le había librado de un desastre e incluso les dijo "señores, me han hecho un favor, no puedo menos que agradecerles". No lo decía por cortesía. Alfredo Serra, el biógrafo del argentino, contó que detectaron un fallo en el Maserati 450 que a Fangio le hubiese tocado pilotar. La suspensiones tenían un desequilibrio de 5 cm que en esas condiciones hubiese sido letal.
"Hubiera podido estar en ese choque, así que mis secuestradores me pudieron haber salvado la vida", dijo Fangio. Pasada la carrera, y habiendo armado ya el ruido necesario, llegó la hora de liberar al 'Chueco', pero entonces surgió un problema: los secuestradores temían por la vida de Fangio.
Ante una dictadura tan apoyada en la mafia como la de Batista, ahí está El Padrino II para retratarlo, los secuestradores temían que la policía pudiese asesinar a Fangio cuando lo liberasen para así echarle la culpa a los rebeldes. Una vez más, fue el pentacampeón mundial de Fórmula 1 quien dio la solución.
Fangio fue liberado en la embajada argentina de La Habana, donde estaría seguro. Además, el encargado de esa zona diplomática era Raúl Lynch Guevara, primo del 'Che' Guevara. De madrugada y sin hacer mucho ruido, los secuestradores dejaron a Fangio en la embajada de Argentina. El campeón estaba sano y salvo.
"Nunca me vendaron los ojos. Cien veces me pidieron disculpas. Me parecieron macanudos. Les dije a los rebeldes que si me habían secuestrado por una buena causa, yo estaba de acuerdo. Su trato fue familiar y sus intenciones cordiales", fueron las primeras palabras de Fangio ante la prensa tras la liberación.
Pocos meses después el régimen de Batista cayó y Fidel Castro llegó al poder. Fangio rechazó la invitación de ir a su asunción, pero aún así se convirtió en un mito en Cuba, no solo por sus logros deportivos sino por su colaboración a la causa. El propio Castro se volvió a disculpar, ya en calidad de presidente de Cuba, y en el Hotel Lincoln se colocó una placa en su honor.
Años después, ya como embajador de Mercedes Benz, Fangio volvió a visitar Cuba de manera oficial (extraoficialmente lo había hecho en más de una ocasión). Fue en 1981, y Castro le hizo un recibimiento con honores. Fangio recibió un gran homenaje en la misma casa de La Habana en la que estuvo secuestrado.
"Luego Fangio regresó varias veces a Cuba y siempre nos buscaba", comentó Castro después de la muerte del 'Chueco'. En 1959 se canceló el Gran Premio de Cuba, pero para 1960 se celebró una última carrera en la isla, ya bajo el mandato de Castro. El trazado se trasladó del Malecón al aeropuerto Ciudad Libertad, y el ganador fue Stirling Moss.
Fangio jamás ocultó sus simpatías por Castro y la revolución cubana, tanto que pronunció una célebre frase: "Los rebeldes tenían una causa noble detrás de mi secuestro, y como tal debía apoyarlo". La derecha política argentina jamás se lo perdonó, pero la figura de Fangio aguanta como la de uno de los más grandes pilotos de Fórmula 1 de la historia.
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