Aston Martin Vanquish
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Noticias de Aston Martin Vanquish en Motorpasión
Ser un adelantado a mi tiempo tiene múltiples inconvenientes, pero también ciertas ventajas. Me esperan media hora más tarde, pero yo soy muy de llegar pronto a los sitios, así que nada más entrar ya me solazo viendo en exclusiva el Aston Martin Vanquish mientras acaban los preparativos, justo antes de que le echen el manto por encima. Sólo los de dentro tienen ese privilegio. Y yo me uno a ellos.
Mientras ojeo la abundante documentación que me facilitan, decido que Hatzive ya se lo estará pasando en grande redactando su estupendo artículo sobre el Aston Martin Vanquish, por lo que yo guardo los papeles que tan amablemente me han proporcionado y me pongo a mirar de cerca el nuevo deportivo, recién llegado de Gaydon como quien dice para la ocasión. Mucho mejor al natural, dónde va a parar.
¿Qué hace un chico como él en un sitio como este? Nada, sólo ha venido a hacerse unas cuantas fotos, toma algo con los amigos y se vuelve hacia Reino Unido para que lo presenten de forma oficial después de sus múltiples avistamientos, así que mejor me preparo para sacarle todos los ángulos que se me ocurran en cuanto lleguen la treintena de asistentes convocados, antes de que se me escape.
Me quito de encima la parte en la que hablo con el fotógrafo oficial (estamos solos él y yo, no hay medios convocados, que yo sepa) y el rato que paso con la gente del catering (excelente, por cierto, tanto la gente como la comida) y salto a la parte donde van llegando los invitados, que son atendidos con exquisitez por el equipo comercial. Joyas como estas no se venden de cualquier forma, está claro.
Hay una cierta expectación, pero no se detecta entre el público asistente una emoción demasiado intensa; si acaso, contenida. Me sorprende. ¿O quizá es el contraste con mi estado? Al fin y al cabo, yo estoy como un niño a punto de sentarse en las navideñas rodillas de Papá Noel. Será eso: no es que ellos estén como quien ve cada día un Aston Martin en el garaje y yo no. ¿O sí? Ay, qué lío.
En cuanto acabo de pensar estas cosas, nos dan una mini bienvenida que no puede calificarse siquiera de discurso, porque pasa raudo y veloz. El momento de descubrir el Vanquish ha llegado y sobran las palabras. Sí, son 70 horas de artesanía en los acabados interiores. Sí, es pura fibra de carbono. Sí, está lleno de detalles. Sí, queremos verlo y queremos verlo ya.
Oye, ¿qué pone en el manto? ¿Cómo que “Rapide”? Luego dirán que los Aston Martin se parecen los unos a los otr… ¡Ooooohhh! Ya está, ya lo podemos ver todos en todo su esplendor. Los iPhone y las cámaras compactas van que sacan humo. Todos lo contemplamos con admiración. Es-pec-ta-cu-lar. Un pedazo de deportivo impresionante. Me hundo en la miseria: mis fotos no le harán justicia.
¿Decía yo que había emoción contenida? Ahora se desata. Primero llegan los aplausos y luego las manos que todo lo quieren tocar. El Aston Martin se deja hacer. Abre sus puertas, ofrece sus asientos, muestra sus rincones, sus huecos, sus encantos. Los flashes se encadenan, y el Vanquish comienza a pasar a formar parte del mundo de los recuerdos que llevarán consigo los congregados.
Como un famoso entre fans, el gran deportivo – ¡qué grande es! – posa con todos y cada uno de sus admiradores, que se suben a él para experimentar la sensación de tenerlo antes que nadie. Ya en el exterior dan ganas de acariciarlo, pero lo del interior debe de ser algo indescriptible. Dejo que hagan los demás, yo no tengo prisa. Sé que abandonaré el concesionario más tarde que la mayoría.
Heredero de todos, pero con espíritu propio
Mientras busco encuadres que me dejen una parcelita de Vanquish para mí solo, se repiten una y otra vez los mismos juegos previos con cada uno de los asistentes. ¡Qué lineas tan pronunciadas! Mira el alerón que lleva en la parte baja del frontal, qué enorme es. Para grande, el morro, ¿cuánto le medirá? ¿Y has visto el interior? Pues tú tienes que probar lo del maletero, es tan suave al cerrar…
Ha habido un delicado cuidado por los detalles del nuevo Vanquish en el trabajo de diseño. Tanto el exterior como el interior tienen una carga de detalles que no se acaban. Son 4.720 milímetros de precisión, pura suavidad al tacto en cada una de sus marcadas y elegantes líneas, exuberancia en sus ampulosos rasgos, comedida agresividad esbozada en su frontal, en sus rejas, en sus llantas.
Más que agresividad, hay que buscar acentuación en el Aston Martin Vanquish. La nueva apuesta de la firma británica recoge la herencia de los clásicos Aston Martin GT, toma algo del Virage y lo adereza con un toque de One-77 para darle una vuelta al Vanquish de principios del siglo XXI. Ahora se le ve más acentuado, y también mucho más… fibroso.
La fibra de carbono está presente de principio a fin. Sobre el chasis de aluminio, cada uno de los paneles de la carrocería está fabricado en fibra, lo que ayuda desde un punto de vista funcional y también estético, sobre todo cuando encontramos fibra de carbono vista en el tremendo splitter delantero, en las taloneras, en el difusor, en el techo. El Vanquish se sirve de este material para definirse como deportivo de nuestro tiempo.
Pero hablábamos de acentuación, y este rasgo está presente en su generosa anchura, de 2.067 milímetros, que visto de cerca parece aún mayor dada la escasa altura del deportivo, de sólo 1.294 milímetros de altura. Sí, en milímetros, porque así es más preciso. Y a esta acentuación contribuyen, tanto como las dimensiones, el trabajo con las líneas del vehículo.
Decir que sus líneas están marcadas es quedarse corto. Cara a cara, en el Aston Martin Vanquish la línea lo es todo. Dinamismo, fuerza, dramatismo. Todos esos vocablos que tantas veces esbozan la deportividad y la elegancia, aquí definen con gran precisión lo que desprende el nuevo miembro de la familia Aston Martin.
Pero va de detalles la cosa, así que no podemos olvidar las grandes rejas de ventilación que tanto llaman la atención de todos. En el capó y en las aletas laterales deltanteras, fabricadas en titanio, estas piezas no hacen sino confirmar el carácter de deportivo de alto rendimiento que se evidencian en otros puntos de su fisonomía.
Por ejemplo, las ruedas, que vistas al natural deslumbran y embellecen el conjunto de un modo sublime. Los neumáticos, de dimensiones 255/35 en el tren delantero y 305/30 en el eje posterior, combinan a la perfección con unas gráciles llantas de 20 pulgadas bellamente trabajadas que dan a la rueda un aspecto brillante.
Bajo ellas, los espectaculares frenos carbonocerámicos pintados en rojo y con la leyenda Aston Martin nos acaban de marcar el terreno. Tal como nos contaba Hatzive anoche, estamos ante un deportivo de sólo 1.739 kg de masa que eroga 573 CV a 6.750 rpm. Más le vale ir bien calzado y preparado para desacelerar rápido, que la aceleración de 0 a 100 km/h la tiene en 4,1 segundos, antes de alcanzar los 295 km/h “donde sea legal”, como dicen en la documentación oficial.
Sentado al Aston Martin Vanquish
En el interior, sorprende el tono de la tapicería que han elegido para la presentación y para las fotos oficiales, un tono rojo intenso que se reproduce en los guarnecidos, en la larguísima consola central, en el salpicadero, en las alfombras. En este tono, casi parece un coche de fantasía, pero tiene su encanto también. Desde luego, cuesta que la gente abandone el habitáculo. Es fascinante.
Abstrayéndome del detalle cromático, me quedo con el… ¿detalle? de la piel que invade el interior, donde semianilinas y alcántaras se alternan con el cuero escocés para vestir un habitáculo que se intuye acogedor. Sí, parece contradictorio decir eso cuando estamos hablando de deportividad, pero es que ya ha quedado claro que lo del Vanquish no es agresividad, sino acentuación.
Mira, casi que voy a entrar, aprovechando que ahora mismo la atención se ha desviado muy oportunamente hacia la zona de catering. Esta es mi oportunidad. Quiero saber qué se siente cuando uno se pone a los mandos de tan codiciada máquina.
La primera sensación se llama comodidad. Y ojo, porque ese es uno de los puntos que más duramente evalúo cuando hablo de un coche, de una silla o de un banco del parque. Los asientos del Aston Martin Vanquish son cómodos, y eso que no me los he ajustado, que tampoco es cuestión de hacerme fuerte ahí dentro. El tacto de los materiales es tan agradable como parece en esta foto.
Ahora que he asido el volante, casi que hasta dan ganas de cambiar el padrón municipal y que me envíen las cartas aquí. El tacto es agradable, no se me hace nada extraño, las levas se accionan con precisión y la lectura del panel de instrumentos es correcta en todo momento. ¿Qué más puedo pedir? Por encima del salpicadero, la visión es clara, aunque me da que la falta de costumbre me causaría algunas incertidumbres, con un morro tan pronunciado como el que tiene este coche.
La consola central está desconectada cuando me siento a los mandos, pero se intuye que su uso es limpio gracias a la simplificación de los botones, que se basan en el One-77 pero, nuevamente, llevándolos a un plano diferente, mucho más actual. La tecnología háptica se encargará, una vez que el coche esté en marcha, de que cualquier acción del conductor se materialice con suma suavidad.
Sentado como estoy, me giro para mirar hacia mis imaginarios acompañantes del asiento de atrás. Hum… Espero que sean liliputienses, porque si no lo estarán pasando mal. Obviamente los asientos delanteros están colocados en la parte más atrasada de toda la carrera, pero creo que aunque me ajustara el asiento a mi medida las plazas traseras seguirían siendo algo discretas.
Como comentario general, para ir cerrando el tema, el Aston Martin Vanquish, cuando lo miras cara a cara y de cerca, no en foto, impresiona. Impresiona por sus monumentales dimensiones. Impresiona por la rotundidad de sus formas. Impresiona por cómo nos abruma con sus detalles. Impresiona y no deja indiferente.
Y ya está. Ah, sí. Hasta ahora no he incluido ni una sola foto general del deportivo para apreciarlo en su totalidad. Pero bueno, ahora viene la galería y ahí hay alguna imagen de ese tipo. De todas formas, habíamos dicho que este era un coche que se caracterizaba por su nivel de detalles, ¿no? Pues eso.
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En Motorpasión | Aston Martin Vanquish, el sucesor del DBS ya está aquí