El ADN deportivo del único Lamborghini Jota que existió, inspiró un trío de Miuras personalizados y apellidados SVJ, que fueron creados sobre la base del SV para los clientes más exclusivos y exigentes de Lamborghini en aquella época.
Apodado “El Corso” en honor a su primer propietario, el tercer y último de estos Lamborghini SVJ personalizados en salir de fábrica (y que ilustra este post) es único en el mundo y acaba de ser puesto a la venta por la casa Kidston.
Considerado el Santo Grial de los Lamborghinis, todavía no tiene un precio de salida fijado, pero es más que probable que llegue a ser estratosférico.
“El Corso”, a la venta con tan solo 19.582 km kilómetros
El Lamborghini Miura en cualquiera de sus versiones es una pieza de colección. Más, si hablamos de ediciones tan limitadas como esta, pues apenas se fabricaron Lamborghini Miura SVJ y fueron creados por encargo.
Pese a que solo hubo un Miura Jota y a que su existencia fue corta, su esencia perduró. Los tres SVJ que salieron de fábrica en 1972, fueron creados específicamente para parecerse al más radical de los Lamborghinis. Para ello, se utilizó la base del Lamborghini Miura SV, aunque se añadieron diferentes especificaciones a petición de sus respectivos dueños.
Según los especialistas y tasadores de Kidston, el Sha de Irán Reza Pahlevi encargó el primer SVJ, el segundo (con chasis 4990) fue para el hotelero haitiano Albert Silvera y el tercero (con el chasis 5090) se creó para Paul Ferrandi: un promotor inmobiliario de Córcega, amigo y buen cliente de Ferruccio Lamborghini.
El registro de fábrica del primer SVJ construido y destinado al Sha (con chasis 4934), enumeraba especificaciones como carburadores mejorados y escapes de competición, chasis revisado para una altura más baja, un alerón delantero, faros de largo alcance o un arnés para el conductor.
En cuanto a nuestro protagonista, partió del Miura número 756. En un memorándum interno de la fábrica fechado el 5 de julio de 1972 y al que ha tenido acceso Kidston, el encargo aparecía marcado como "Urgentissimo" por el director de ventas Ubaldo Sgarzi.
El mismo daba instrucciones a los departamentos pertinentes para que construyeran el coche con las especificaciones del "Tipo Jota" y lo entregasen antes del 20 de julio.
El SVJ de Ferrandi (que acababa de hacerse también con un P400 a finales de 1967) se encargó en el mismo color "Rosso Granada" profundo que el SVJ del Sha y con un interior "Pelle Rossa" a medida. El coche llevaba el número de motor 30751, el mismo que lleva en la actualidad.
Ferrandi utilizó el coche con moderación, pero lo conservó hasta 1982, cuando lo vendió a su compatriota Alain Aouizerat, habiendo recorrido apenas 13.000 km. Después de haber pasado por varios propietarios más, la casa Kidston lo compró en 2010.
En manos de los especialistas, "El Corso", que en la actualidad solo cuenta con 19.582 km en el odómetro, fue sometido a una restauración exhaustiva llevada a cabo por el ex ingeniero de Lamborghini Luca Salvioli en el apartado de mecánica y por Pietro Cremonini en el de carrocería y pintura.
La restauración fue minuciosa y tardó tres años en completarse para devolver al coche su esplendor original. Entre otras cosas, se logró conservar el interior auténtico del coche, realizado a mano en cuero rojo.
La leyenda del Lamborghini Miura Jota
Si el Miura es el Lamborghini que comenzó la leyenda de la marca del toro, el Jota -cuyo nombre hacía alusión a la pronunciación de la letra J en español-, es el más legendario de los Miuras.
Su historia se remonta a 1970, cuando se creó en la fábrica de Sant'Agata bajo las indicaciones de Bob Wallace: un célebre ingeniero, mecánico y piloto de pruebas muy relevante en la historia de Lamborghini. La idea inicial de Wallace para el Jota, era llegar a competir en las carreras del Apéndice J de la FIA.
El Lamborghini Jota no era un prototipo en sentido estricto, pues se fabricó “mitad juguete, mitad mula de desarrollo”. Se diseñó y construyó a partir de los principios básicos del Miura, aunque para su fabricación se utilizó Avional, una aleación de aluminio procedente de la industria aeronáutica. Se trataba de un material muy ligero que iba remachado, ya que no se podía soldar fácilmente.
El bloque motor del Jota de 12 cilindros, usaba un cárter seco y estaba colocado en posición transversal. Con detalles pintados en azul, otorgaba unos 420 CV a 8.800 rpm.
Los pasos de rueda ensanchados de forma artesanal, cubrían los neumáticos de competición Dunlop. Además, el coche llevaba un sistema de escape personalizado con cuatro salidas.
El interior fue simplificado a su mínima expresión para aligerarlo, se empleó plexiglás para sustituir el cristal de las ventanillas, los faros perdieron sus características pestañas y las suspensiones se crearon a medida. Se cree que, gracias a su peso pluma (no llegaba a los 900 kg) y a sus especificaciones, el Jota era capaz de alcanzar los 300 km/h.
Aunque en esencia era un coche de carreras, nunca llegó a competir. Tras algunas pruebas, Ferruccio Lamborghini decidió cancelar el proyecto, ya que no tenía interés en desarrollar versiones de competición.
Con la intención de recuperar la inversión, el Lamborghini Jota finalmente fue vendido a un particular.
El 28 de abril de 1971, cuando estaba en camino a ser entregado a su nuevo propietario (Dr. Alfredo Belponer), el coche quedó reducido a cenizas en un accidente de tráfico a las afueras de Brescia.
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