"Comprar un coche que puede ir a más de 200 km/h sólo te puede llevar a la cárcel". Así lo ha afirmado Pere Navarro, el ahora director general de Tráfico en funciones, a colación del accidente mortal que sufrió el futbolista José Antonio Reyes el pasado sábado 1 de junio.
Unas palabras que quizá debió medir de forma más adecuada el máximo responsable de la Dirección General de Tráfico, pues no sólo está obviando la presunción de inocencia, sino que parece dejar en manos de la máquina lo que es responsabilidad del conductor: circular a una velocidad adecuada.
Durante la presentación del libro 'La movilidad al trabajo: un reto pendiente' del autor Manel Ferri, y que contó con la presencia de Pere Navarro, los medios allí presentes no dejaron pasar la oportunidad de preguntar al director de la DGT sobre el accidente que sufrió el fallecido José Antonio Reyes, que circulaba a más de 200 km/h por la autovía sevillana A-376 supuestamente al volante de un Mercedes-Benz S550 preparado por BRABUS (hay ciertas incongruencias en los datos del coche).
Y entre otras aseveraciones, la más destacada fue la de que para Navarro, comprar un coche de elevada cilindrada y entrega casi te convierte automáticamente en perpetrador de un delito contra la seguridad vial. El director de la DGT aviva con ello un debate que se venía venir: el del estigma de los coches de elevada potencia, capaces de alcanzar velocidades por encima de los 200 km/h.
La máquina no es responsable, el conductor sí
Uno de los temas habituales que defiende Pere Navarro y que ha mencionado en no pocas entrevistas o actos desde que llegara nuevamente al cargo el pasado verano es el de la limitación de velocidad en los automóviles desde fábrica. Su última comparecencia pública no ha sido una excepción.
"Llevamos 50 años culpando al conductor de los accidentes de tráfico porque a veces corre, bebe o se distrae, y a lo mejor si hubiésemos diseñado un sistema pensando en el conductor que a veces bebe, corre o se distrae, habríamos evitado muchos accidentes", ha defendido Navarro, según publica el diario Las Provincias en base a lo recogido por la Agencia EFE.
Una propuesta que, según Navarro, ha sido rechazada tanto por los fabricantes de automóviles como por la propia Unión Europea: "Siempre se han negado en redondo a esa limitación". Algo que no es del todo cierto: Volvo ya ha anunciado que el año que viene todos sus nuevos modelos estarán limitados a 180 km/h y la Eurocámara ha dado el visto bueno a incluir dispositivos de control de velocidad inteligente en los vehículos de nueva comercialización a partir de 2022.
Pero además el problema es que en esta ocasión el director de la DGT ha ido más allá, pues señala directamente a los conductores que compran coches de alta gama dando a entender que, según salen del concesionario, ya son sospechosos de cometer un delito contra el tráfico.
No obstante, como ya reflexionamos tras el siniestro del futbolista, el problema no es del automóvil ni de su potencia, que no piensa ni decide, sino del conductor y su sentido común. Y aquirir un coche de casi 400 CV, o incluso de más, no implica que el automovilista no conozca sus limitaciones, como tampoco que no sea capaz de circular a una velocidad adecuada.
Y aunque luego ha matizado sus palabras, "Uno puede comprar un coche cinco estrellas, con medidas de seguridad, pero las pruebas se hacen a 63 km/h y si vas a alta velocidad y te estrellas no te va a servir de nada", la primera declaración no podía ser más desafortunada, ya que criminaliza de forma generalizada a los automovilistas que compran este tipo automóviles.
"En seguridad vial la alta velocidad es lo que mata"
Y junto a esta polémica aseveración también se suma otra, que sí hemos escuchado varias veces de la boca de Pere Navarro: "En seguridad vial la alta velocidad es lo que mata". Un discurso simplista y que el director de la DGT ha repetido a lo largo de sus dos mandatos .
Con estas palabras Navarro da a entender que lo que mata es el exceso de velocidad (superar el límite establecido en la vía), cuando en realidad lo correcto sería decir que lo que mata es la velocidad inadecuada.
Evidentemente circular por una autovía a 200 km/h puede poner en peligro la vida del imprudente conductor, así como del resto de usuarios de la vía. Pero también es igual de peligroso ir por una vía rápida a una velocidad anormalmente reducida.
En definitiva, y el 'caso Reyes' sirve al menos para recordarlo, es de vital importancia conducir a una velocidad adecuada: ya sea a las capacidades del conductor, a la que permiten el estado del vehículo y de la vía, o a las condiciones climatológicas.
Por último, llama la atención que en esta ocasión Navarro no aludiera a las distracciones, otro de sus principales frentes de batalla. Y es que, tal y como recoge ABC, el informe preliminar de la Guardia Civil de Tráfico, ha determinado que la principal hipótesis alude a un despiste al volante que, unido al exceso de velocidad, pudo ser determinante en ocasionar el siniestro.