Renault Prototype H: el día que Peugeot se vio forzada a unirse a Renault para crear un coche de gama alta

Las marcas pocas veces desvelan modelos y prototipos que se quedaron en el tintero y de los que casi nunca hemos oído hablar. En la edición 2020 de Rétromobile, Renault desveló uno de esos modelos desconocidos: el Prototipo H. En medio de modelos anteriores a 1939, de un IKA Torino (modelo mítico en Argentina pero desconocido en Europa) y algún youngtimer, como el Clio Williams, la sorpresa en el stand de Renault fue una berlina de 4,90 m de largo, tracción trasera y equipada con un V8.

Este desconocido modelo de 1968, que ni siquiera tiene nombre, debía poner fin a la insolente dominación del Citroën DS en el alto de gama francés en los años 60. Esa década es clave para los fabricantes que veían como la integración en un mercado común europeo era cada vez más apremiante. En 1967 entraría en vigor el tratado de fusión de las comunidades europeas (Comunidad Económica Europea -la del tratado de Roma de 1957-, Comunidad Europea del Carbón y del Acero, Euratom) con una unión aduanera cada vez mayor.

Unirse para ser más fuertes

En 1968, los derechos de aduana entre los seis países fundadores iban a desaparecer y los fabricantes franceses, como en la actualidad, consideraron que la mejor manera de resistir a las marcas alemanas e italianas sería unirse. Y lo intentaron desde 1960.

Peugeot intentó fusionarse con Citroën en la primera mitad de los años 60, pero la familia Peugeot se dio cuenta que no iba a ser una fusión entre iguales, Citroën (con Michelin como principal accionista) quería tomar el control de la nueva entidad. En 1965, Peugeot renunció a la fusión y se quedó sola.

Citroën vio entonces las cosas en grande y, tras la compra de Panhard en 1965, se hizo con Maserati en 1968. Irónicamente y respondiendo a una exigencia del gobierno galo, Peugeot terminaría comprando una Citroën moribunda a mediados de los años 70.

Mientras tanto Peugeot se quedó aislada, ya que el otro fabricante francés, Simca, compró Ford Francia en los años 50 y se unió a Chrysler en 1962. Peugeot se vio así condenada así a unirse a Renault, que también se había quedado sin pareja de baile, para crear modelos en común con el fin de reducir los costes de producción y desarrollo.

Una fusión entre las dos marcas era imposible, Peugeot era de capital privado y Renault era propiedad al 100 % del Estados francés. Las dos marcas simplemente se asociarían para crear proyectos en común, y que no fuesen a suponer una competencia directa entre los dos fabricantes, en lo que hoy llamaríamos una joint venture.

Solo las compras y el desarrollo de esos productos eran comunes a las dos marcas, cada una conservaba su independencia. Al frente de esta asociación, Bernard Hanon (que sería CEO de Renault en 1981) y Xavier Karcher (que dirigiría Citroën en 1979 en el seno del grupo PSA).

Esta asociación generó algunos productos famosos, como el utilitario Peugeot 104 que daría sus motores y tren delantero al Renault 14 (antepasado del Mégane) y, con la ayuda de Volvo, del casi eterno V6 PRV (por Peugeot Renault Volvo) que terminaría haciéndose un hueco en los Alpine de la época y el mítico DMC DeLorean. Pero también dio lugar a modelos tan desconocidos y extraños como este prototipo H, un modelo de gama alta.

El proyecto H: tracción trasera y motor V8

En 1965, Renault tenía un su gama el R16, un modelo muy correcto pero que no conseguía rivalizar con el DS, y Peugeot...no tenía nada en ese segmento. Lo más parecido a un coche de gama alta era el Peugeot 404 (habría que esperara a 1968 para ver el 504).

Tanto Renault como Peugeot debían comercializar el único modelo resultante del proyecto H. Sí, exactamente el mismo modelo pero bajo diferentes marcas. Es decir, lo que se conoce en la industria como “badge engineering”, basta con cambiar el logotipo y el nombre y ya tenemos un nuevo modelo. Y es algo que raras veces ha funcionado.

En el caso del proyecto H, cada marca se vio asignada una tarea bien definida. Renault, por su parte, se encargó de la fabricación del modelo (de ahí que posea este prototipo) y del diseño exterior, mientras que Peugeot, por su parte, se encargó de toda la parte mecánica.

Así, los ingenieros de Peugeot crearon un V8 a 90º de 3.5 litros de cilindrada -y de potencia desconocida- que anima las ruedas traseras. Es una arquitectura de lo más clásica para un coche de gama alta y que ningún modelo francés de la segunda mitad del siglo XX tuvo.

La suspensión trasera de este prototipo es de tipo oleoneumática. Es algo que Peugeot recuperó de un prototipo de 404 y que había abandonado en el momento de la posible fusión con Citroën, ya que la marca de los dos chevrones tenía la suspensión hidroneumática mucho más avanzada.

En cuanto al diseño del coche, de las varias propuestas que se hicieron, esta es la que parecía que iba a ser la definitiva. Tiene un cierto aire de Renault 16 estirado y al mismo tiempo recuerda mucho al Tatra 613 diseñado por Vignale, aunque en este caso el motor V8 está en posición delantera.

A bordo, el coche cuenta con un equipamiento inédito para esa época, como la climatización bizona y los asientos traseros con respaldos ajustables. Realmente es un alto de gama. Sin embargo, con una producción prevista de 150 a 200 unidades al día, el último estudio de mercado arrojó ciertas dudas sobre el éxito del coche. No tenían claro que el mercado francés pudiese absorber tanta producción frente a la incógnita que resultaba ser la exportación con un diseño tan arriesgado como el de este prototipo.

Renault y Peugeot prefirieron entonces no arriesgarse y se echaron para atrás. Con lo que aprendieron con el proyecto H, Renault terminaría lanzando al mercado el Renault 30, diseñado en colaboración con Ital Design (el estudio de Giugiaro), y Peugeot, el 604, así como un derivado más pequeño, el 305. En cuanto al V8, nunca pasó de ser un prototipo. En su lugar, el V6 PRV se convertiría finalmente en todo un éxito comercial.

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