Hoy os voy a hablar de un personaje muy singular, apenas encontraremos casos como el suyo. Juan Carlos Delgado es un fanático de los coches, algunos como un servidor no le llegamos ni a la suela de los zapatos. Pero antes de contaros quién es, más vale que os cuente quién fue. Nació en 1969 en una familia humilde afincada en Getafe (Madrid).
Mientras otros chicos de su edad jugaban con las miniaturas de Majorette, Juan Carlos se rodeó de malas compañías y empezó a jugar a los coches, pero con los de escala 1:1. Empezó a cometer delitos con siete años, robando coches, pegando “palos”, jugando a policías y ladrones con la policía de verdad… Era todo un elemento.
A los 11 años ya contaba con un historial delictivo impresionante, detenido más de 150 veces y considerado caso perdido por sus padres y los que intentaron educarle. Vivía rápido y peligrosamente, era un espíritu indomable, tenía todas las papeletas de acabar muy mal, porque jugaba con fuego y algún día se quemaría.
La época oscura
Empezó a ser conocido como “El Pera”, sobrenombre por el que es conocido en todas partes hoy día. Él y su banda de adolescentes ultrachungos pusieron en jaque a la policía preconstitucional entre Madrid y Toledo, tanto a los locales, como a los nacionales, como a los guardias civiles. Sin embargo, hablamos de un delincuente, no de un criminal.
Hasta que cumplió los 12 años, Juan Carlos no era un ejemplo a seguir por nadie, pero tenía un don para la conducción relacionado con su hiperactividad y ganas de liarla. Mientras unos jugábamos a las persecuciones con 8 bits siendo críos, Juan Carlos se jugaba el tipo en cada persecución, no era demasiado consciente de lo que hacía.
“El Pera” era un caco de cuidado, que podía abrir un coche en un momento, hacerle el puente y salir pitando. Siempre ha sido un buen gourmet de la conducción, y ese gusto lo mantiene hoy día. Parecía que este chico no tenía remedio y que acabaría con un tiro en la cabeza o muerto en accidente de tráfico.
CEMU, el punto de inflexión
Lo que no lograron las detenciones, ni las palizas de sus padres, ni los reformatorios, empezó a hacerlo la Ciudad Escuela Muchachos (CEMU, Leganés), donde un educador se propuso ser más tozudo que él y encarrilarle de una vez, pero con métodos diferentes. En los años 80 era distinto a hoy día, si te tenías que llevar un guantazo, te lo daban, y había ración extra.
Una de las cosas que le empezaron a hacer cambiar fue que sus amigos de “palos” acabaron de la peor forma posible, muertos en un coche escapando de los “maderos”. El llamado como Tío Alberto consiguió meterle a Juan Carlos en la cabeza una idea básica: que podía ganarse la vida al volante, de forma más honrada y menos kamikaze.
Casi como el que deja de fumar, “El Pera” abandonó el crimen y se cambió de bando. Con 20 años ya había ganado varias competiciones y estuvo muy cerca de ser piloto de Fórmula 1, lo único que se ha quedado sin lograr según él. De los “palos” pasó a las “poles”, y con bastante éxito.
Hoy día es probador, profesor de conducción evasiva y especialista de cine, entre otras cosas.
“El Pera” en la actualidad
Tuve el honor de conocerle la semana pasada, durante una presentación. Había oído hablar de él, y leído su biografía por encima. No recordaba su nombre, pero su cara me parecía muy familiar. Durante la “chapa” (así es como llamamos en el gremio a las charlas de producto) nos sentamos juntos y empecé a observar su forma de ser.
La mente de Juan Carlos está siempre muy despierta, y no tiene pelos en la lengua. Dice las cosas tal y como son, al que le guste bien, y al que no también. Es muy sincero, un hombre sencillo, pero que suelta verdades como templos en un lenguaje de la calle y sin tapujos. Su personalidad es muy magnética.
Durante la comida procuré escuchar y callar, y es alguien de quien se puede aprender muchísimo y solo tiene 42 años. En más de una película hemos visto a “El Pera” al volante, pero no lo sabíamos, la ilusión del cine nos hacía creer que era otro actor… o incluso actriz. El riesgo siempre le ha acompañado, aunque ahora está algo más acotado.
De hecho, también hay una película sobre su vida, que estuve viendo ayer por la noche: “Volando voy”, en la que ha participado él mismo y es un reflejo muy cercano de lo que vivió de niño. Sale de vez en cuando en televisión, o bien aportando su experiencia profesional, o como un ejemplo innegable de reinserción y de segundas oportunidades.
A fin de cuentas, “El Pera” nunca tuvo delitos de sangre, ni disparó contra personas, básicamente era un chorizo con espíritu racing, y menos mal que los coches de la época no corrían más. Algunas cosas que aprendió en las persecuciones las enseña hoy día a los agentes de policía, de perseguido a profesor de perseguidores, y vaya si le respetan.
Siempre le han gustado los coches, en plan enfermizo, y de hecho una de sus máximas es que las peores cosas que le han pasado no le han ocurrido al volante, sino parado. Pero bueno, la historia va camino del final feliz, hace lo que le gusta y se lo pagan bien, y sin tener más sirenas en el retrovisor.
A Juan Carlos le gustan las cosas con cuatro ruedas y volante, como él mismo dice, de un Fiat 500 a un Aston Martin DB9 todo le sirve, por encima y por debajo, depende del momento. Casi podríamos pensar que el Grand Theft Auto se inspiró en su historia, aunque hace tiempo que no necesita robar coches para disfrutar de ellos.
Me sigue sorprendiendo que pudiese conducir a una edad tan temprana (y no matarse), porque una de las cosas que más recuerdo de mis pinitos con la conducción (en zona privada) es que no llegaba bien a los pedales. Gente como él está hecha de una pasta muy especial, y los moldes originales no se pueden recuperar.
Habría querido poder hacerle una entrevista, pero su caché está fuera de las posibilidades de este medio. A lo largo de su vida ha hecho muchísimas entrevistas, apariciones en prensa, películas… Espero que volvamos a coincidir en otra ocasión, y quizás algún día pueda aprender algo de su magia, me sentiré muy afortunado.
Enlaces | Página oficial de Juan Carlos Delgado, CEMU, Canal de Youtube